Cuando Gandhi vivió en Argentina

Por Jericles

Si yo te pregunto por el Mahatma Gandhi, Pablo, ¿qué es lo que se te viene a la mente?

Una persona que fue emblema y ejemplo de pacifismo… Un líder de la no violencia…

De Gandhi también se sabe que murió asesinado en 1948, y que fue un héroe de la Independencia de India, por su famosa resistencia pacífica. Es sinónimo de paz en el mundo entero…..Peeero…

Lo que muy pocos saben –con la honrosa excepción de nuestra historiadora Felicitas del Pilar Dorrego-, es que Gandhi vivió en la década del 30, también llamada década infame, en Argentina y no honró precisamente esa fama de pacifista que se ganó.

En el barrio porteño donde vivió era conocido como “El Loco Gandhi”. Donde había un quilombo, ahí estaba metido el Loco Gandhi, aseguran los que lo conocieron.

Había puesto un tallercito de bicicletas, que era una profesión coherente con su personalidad, porque al tipo a cada rato se le salía la cadena..

Y más temprano que tarde, las malas compañías lo fueron haciendo cada vez más peligroso, En el submundo de Buenos Aires conoció a tipos pesados que lo arrimaron al flagelo de la droga. Se dedicó durante un par de años a ser un dealer de ajenjo y opio que distribuía entre los cajetillas de la alta sociedad de Buenos Aires.

Y como una cosa llevaba a la otra, Gandhi participó en secretas reuniones con grupos de precoces neo-nazis argentinos. Los más memoriosos recuerdan su frase más conocida en aquel entonces: “Acá en este país hace falta un Hitler, un Napoleón, un Franco!”

Y por si fuera poco, en una muestra de su escasa coherencia, Gandhi un tiempo coqueteó con los anarquistas, ayudándolos con la fabricación de caseras bombas molotov.

Felicitas dice que aunque cueste creerlo porque sólo pesaba 46 kilos, en la década del ’30 Mahatma fue un boxeador temible, cruel y sanguinario con sus rivales. En sus peleas en el Luna Park lo promocionaban como “El Carnicero de Nueva Delhi”

En el terreno deportivo también estuvo ligado al fútbol, aunque no como jugador, sino que llegó a ser el líder de los barrabravas de Nueva Chicago. Su foto aparecía seguido en la revista El Gráfico, cada vez que se agarraban a los cadenazos con la hinchada rival.

Patovica en un conocido boliche de aquel entonces, también integró una patota de chetos porteños, que eran asiduos concurrentes al bar La Paz, donde se daban cita los intelectuales porteños. Allí se dedicaban a hacerlebullyng a notorias figuras de la cultura como Borges y Victoria Ocampo.

Lo último que se le conoció acá,es quese fue a vivir al Gran Buenos Aires con una pebeta, pero por su personalidad explosiva tuvo problemas y la pareja lo denunció por maltrato, y hasta le impusieron un cerco perimetral para no acercarse a María, que así se llamaba la paicamistonguera.

Esa misma María, tiempo después, fue homenajeada por don CátuloCátulo con un tango que precisamente lleva su nombre. Usted se preguntará si esto tiene que ver con la historia. Y le respondo que nada, apenas es un apunte cholulo de nuestra historiadora.

Pero a pesar de su personalidad violenta, en Gandhi también habitaba un patriota, un tipo que extrañaba su país, y un buen día, sabiendo que su patria lo necesitaba, regresó a la India para luchar pacíficamente por la Independencia de su país, algo que finalmente se logró.

Los que lo conocieron en Argentina, al conocer supedigree, se preguntaban cómo era posible que coexistieran en esa persona un ángel y un demonio… ¡Y lo increíble es que la historia volvió a repetirse veinte años después pero al revés, cuando el terrible criminal nazi Adolf Eichmann vivió en Argentina como un laburante ejemplar, tranquilo y bondadoso!

Es por eso que nos preguntamos, Pablo… ¿Dónde está el bien y dónde está el mal? Podríamos hacer un concurso entre los oyentes con esta pregunta… ¿dónde está el bien y dónde está el mal?, y entre los ganadores sortear libros, mermeladas, ordenes de compra.

 Es una idea que te tiro, nomás…

Y dejamos para el final lo que todos se estarán preguntando. Cuando vivió en Argentina, ¿Gandhi también consideraba sagrada a las vacas?

Y la respuesta es un ¡NO! rotundo. El asado le voló la cabeza a nuestro héroe hinduista. ¡Los fines de semana en la parrilla que tenía al fondo de su taller de bicicletas en Mataderos, desfilaban crocantes mollejas y chinchulines, tapa de asado, costillas, matambre, falda deshuesada, vacío y corte de obispo que compartía vorazmente con sus amigos anarquistas!

¡Es que la carne es débil, queridos amigos!