
A un año de la muerte de Marcos: Para la familia, está probado que Macinelli pasó en rojo y viajaba alcoholizado
A un año de la muerte de Marcos Aguilar, para la familia, está probado judicialmente en la causa que que Luis Macinelli pasó en rojo y viajaba alcoholizado. Así lo precisó a Póster Central la abogada Marcela Santini.
El informe pericial confirmó que Mancinelli había consumido alcohol la noche en la que se produjo la violenta colisión entre motocicletas, en la que se produjo la muerte Marcos.
Según señalaron a Póster Central desde la familia de la víctima y fuentes judiciales, el análisis confirmó un alto porcentaje de alcohol en sangre.
La causa es investigada por el fiscal Javier Di Santo, quien imputó a Mancinelli de homicidio culposo doblemente agravado.
En el expediente están incorporados los informes de la pericia accidentológica que define la mecánica del hecho. “Marcos venía conduciendo correctamente, con semáforo en verde, y la otra persona circulaba en una moto no habilitada, pasó en rojo y con alcohol en sangre”, precisó la letrada.
La familia de Marcos insiste en que debe investigarse “el accionar negligente” de la empresa de emergencias, “que decide abandonar en forma arbitraria a Marcos y no regresa a buscarlo”
Por Pablo Callejón
Marcos Aguilar ingresó al Instituto Médico en brazos de su papá. Aunque le faltaba el aire y el golpe le aprisionaba el pecho hasta asfixiarlo, en el recorrido hasta el centro médico no hubo sonidos de ambulancias ni sirenas policiales. Cristian les reprochó a los efectivos a cargo del operativo la ausencia de atención médica para su hijo y decidió llevarlo, con sus propios medios, a un centro asistencial. Los vecinos habían documentado cada minuto que Marcos debió pasar desplomado en el piso, agobiado por el llanto y con el dolor de las heridas internas que acabarían con su vida. Aquella madrugada del sábado 14 de enero la tensión cruzaba en silencio las avenidas y calles que los separaban del lugar del accidente. Cristian y Marilina pidieron la asistencia urgente que su hijo no había recibido “durante más de 40 minutos” en la esquina de Goyena y Liniers. Las graves lesiones por la violenta colisión derivaron finalmente en un absurdo desenlace para la vida de un joven de tan solo 18 años.
A las 23,45, Marcos regresaba por calle Liniers con dirección a su casa. Cuando se acercó al semáforo, observó que “pasaba a verde” y aceleró para abordar la esquina. Por Pedro Goyena circulaban otras cuatro motocicletas. Testigos señalaron ante la fiscalía de Fernando Moine que el rodado en el que viajaba Luis Mancinelli “cruzó en rojo y a alta velocidad”. El impacto fue ensordecedor. Los conductores perdieron el control de los vehículos y Marcos golpeó contra un paredón. Pese al final de la jornada, la intersección es una de las más transitadas en el barrio y en un breve lapso de tiempo estuvo rodeada de personas.
Carolina es la mamá del mejor amigo de Marcos. En la agenda telefónica aparecía entre los contactos como “Mamá Caro” y los vecinos la llamaron para advertirle sobre el accidente. Aunque se había informado sobre dos heridos graves, solo llegó una ambulancia. Mancinelli estaba inconsciente y la médica optó por derivarlo primero. Testigos observaron incrédulos lo que ocurría. “¿Por qué hay una sola unidad de emergencia?”, “¿En qué momento enviarían otra?”. Cuando la familia llegó al lugar del siniestro, el joven motociclista aún estaba allí.
Aquel viernes tenía mucho para celebrar el mayor de los tres hermanos Aguilar. Marcos había concluido el secundario en el colegio Concordia sin demasiados sobresaltos. “Nunca nos dio trabajo con las materias”, recordó Cristian. Ese mismo día, había concurrido con su mamá a la Universidad para inscribirse en Agronomía y Veterinaria. Amaba la vida social en la ciudad, pero su pasión eran las tareas en el campo. El jueves había compartido una reunión con amigos y el festejo se extendería hasta la noche del final abrupto y trágico. La amistad era un compromiso de solidaridad que Marcos había pactado como una razón de vivir. Disfrutaba de la natación en el Centro 11, las carreras de motos Enduro y las charlas con Cristian en cualquier lugar de las sierras, cómo un modo de aventurarse en experiencias inolvidables sobre dos ruedas. Había heredado el amor por las motos de su papá y cuando cumplió la mayoría de edad pudo tener su propio vehículo. “Era riguroso con su seguridad y jamás salía sin el casco”, advirtió Cristian. El mandato se revela con una sensación de impotencia y angustia tras el siniestro fatal.
En las últimas horas declaró un remisero que venía detrás de los motociclistas en calle Goyena. Los padres de Marcos están convencidos sobre la responsabilidad de Mancinelli y esperan el acto aliviador de la Justicia. El motociclista fue imputado de homicidio culposo agravado por conducción peligrosa de vehículo y tras ser prontuariado, recuperó la libertad. En plena feria judicial todo parece más lento. El fiscal aún no recibió el informe pericial accidentológico ni el resultado del análisis de alcoholemia. Podrían llegar la semana que viene y dar lugar a la indagatoria del único imputado.
A una semana, la ausencia es un acto de angustia impaciente. Marcos era “demandante” con su mamá, un hijo cariñoso, un buen amigo, un joven solidario y un soñador inquieto. El duelo parece irresuelto, fragmentado en mil partes por las dudas que agobian a su familia. La muerte irreparable, como una sentencia injusta del drama desolador y evitable.
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