La auto preservación de la Casta

Por Pablo Callejón

“Lo voto porque no va a poder hacer lo que dice”, afirmó un comerciante riocuartense en la mesa de café que compartía con otros dos hombres de unos 50 años, quizás más ¿Por qué votar a quien pregona algo que no podrá hacer? La respuesta había quedado explícita unos minutos antes. El empresario de elegante saco sport no estaba demasiado preocupado por facilitar un triunfo de Javier MIlei. En realidad, lo obsesiona ver perder a Sergio Massa. “Ninguna de las cosas que propone pasan ningún filtro. Y si se tiene que ir todo a la mierda, que se vaya bien a la mierda entonces”, expresó antes de lanzar una carcajada afónica. El convencimiento para “frenar, de cualquier modo, al kirchnerismo” tiene en Mauricio Macri al instigador de la maniobra. El ex presidente ensayó una especie de respaldo al líder libertario al sentenciar  que “uno en segunda vuelta vota en contra del que no quiere que sea el Presidente”. El ex mandatario lanzó una compleja defensa del candidato al señalar que la inexperiencia de gestión de Milei es la validación de que no pudo “robar o mentir”.
Terminar con la casta parece un objetivo avejentado frente a la obsesión mayor, la búsqueda de “aniquilar a los K”. Aún cuando se trata de Massa, un dirigente con origen en la Ucedé, enfrentado a Cristina Fernández en la segunda etapa de su gobierno. La estrategia de libertarios y macristas ya no haría especial énfasis en las redes sociales, sino que mostrará a un Milei en actos públicos, como los que había protagonizado en Mar del Plata o Salta antes del 22 de octubre. En lugar de embestir contra todo el arco político y el rol del Estado, el balotaje parece disponerlo contra el peronismo.
La plataforma de la Libertad Avanza impulsa “un fuerte recorte del gasto público, el fin de las indemnizaciones, apertura de importaciones, libre competencia de divisas y el recorte del gasto del estado en jubilaciones y pensiones que empujan el  déficit fiscal alentando un sistema de capitalización privado”. En las últimas horas, recurrieron a la Justicia para frenar la moratoria de personas que no pudieron alcanzar los años de aportes porque los obligaron a trabajar en negro o debieron hacer las tareas de cuidado del hogar sin ninguna remuneración. Entregar las jubilaciones al mercado es otro objetivo de Milei.
El líder libertario también impulsa “un programa de retiros voluntarios de empleados públicos y achicamiento del estado, el fin del Banco Central de la República Argentina, la reforma profunda del sistema educativo a través de vouchers, la privatización de empresas públicas y la eliminación de la coparticipación”. El plan incluye “descentralizar las derivaciones hospitalarias, arancelar todas las prestaciones y auto gestionar el servicio de salud en trabajos compartidos con la salud privada”. Las reformas se plantearían bajo un sistema de competencia de monedas o la dolarización de la economía, a pesar del fuerte endeudamiento que enfrenta el país y las escuálidas reservas de un Banco Central que volaría por los aires.
En un esquema “filósóficas de las ideas libertarias” emergen el mercado para la venta de órganos, dejar el mar y sus peces en manos privadas, la negación del terrorismo de estado, la ruptura de relaciones con el Vaticano y “el respeto” por el mandato de los kelpers en la disputa por Malvinas. En algunos casos, no son manifestaciones del propio MIlei sino de un entorno envalentonado por el ruido de la motosierra.
El acompañamiento del ala dura de Juntos por el Cambio para la segunda vuelta recupera la centralidad de Macri en el armado político, en un intento por disponer de las herramientas del neoliberalismo “sin anestesia ni gradualismo”. La ultraderecha que decidió sumarse a la casta, sin relegar la pretensión original de llevar a la Argentina a un escenario marginal de experimentación libertaria.
Milei es hijo de Norberto, un chófer de colectivos que se convirtió en empresario de transporte, y de Alicia, un ama de casa. Cada vez que la prensa le preguntó por ellos, aseguró: “para mí están muertos”. El vínculo que prefiere es con su hermana Karina, una pieza clave en su vida personal y política. Fue jugador de fútbol y armó una banda de rock “al estilo de los Rolling”, mientras sus compañeros empezaron a llamarlo “el loco”, durante su paso por el secundario. Los exabruptos y la búsqueda de excentricidad de la televisión tilinga lo posicionaron como un panelista habitual de programas políticos o magacines de la tarde. La ira que funcionó en las PASO para convertirlo en el candidato más votado, pudo haber encontrado un techo en las generales, aunque no definitivo. La alianza con el PRO es la jugada que eligió para imponerse sobre Massa y convertirse en presidente. El vínculo definitivo con la casta a la que prometía “sacar a patadas en el culo”
Milei fue asesor del genocida Antonio Bussi en Tucumán y economista jefe de Eduardo Eurnekian, uno de los hombres más ricos del país y beneficiario de las bondades del  Estado a través de las concesiones de los aeropuerto. Es, también, el  emergente de un sistema político sometido a las presiones de las elites económicas y modelos que llevaron a una profunda desigualdad, endeudamiento asfixiante, pobreza en más del 40 por ciento de la población, fragmentación de la clase trabajadora y pérdida de credibilidad social. La riesgosa pretensión de hacerlo estallar todo, aunque no podamos escapar del incendio.
“Quedate tranquilo que el tipo está loco pero no es boludo, con que saque a toda esta lacra que nos gobierna alcanza”, remarcó el empresario a quienes lo escuchaban ahora con algún sesgo de preocupación. El diálogo que reveló la expectativa de cambio sobre las bases del rechazo, la bronca, la ira, la indignación, los gritos, los insultos, el hartazgo y la auto preservación de una casta que busca asegurar un bote de salvación si el Titanic se hunde irremediablemente.