“Nadie está preparado para la muerte pero, cuando la situación es irreversible, hay que respetar el derecho a la dignidad del paciente”

“Nadie está preparado para la muerte pero, cuando la situación es irreversible, hay que respetar el derecho a la dignidad del paciente”, afirmó en diálogo con Póster Central, el doctor Carlos Pecas Soriano, autor del libro “Morir con dignidad en Argentina”


“El médico no está preparado para la muerte. Tampoco la familia. Hay una negación natural de la muerte. Vemos a diario que se muere indignamente. Es una ley que se desconoce y si se desconoce, no se aplica”, manifestó.
Soriano precisó que está vigente una ley de Muerte Digna, aunque “descansan tres proyectos sobre Euthanasia en el Congreso que aparece paralizado”
La ley vigente resalta que, “en el marco de esta potestad, el paciente que presente una enfermedad irreversible, incurable o se encuentre en estadio terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación, informado en forma fehaciente, tiene el derecho a manifestar su voluntad en cuanto al rechazo de procedimientos quirúrgicos, de reanimación artificial o al retiro de medidas de soporte vital cuando sean extraordinarias o desproporcionadas en relación con la perspectiva de mejoría, o produzcan un sufrimiento desmesurado”.


“También podrá rechazar procedimientos de hidratación o alimentación cuando los mismos produzcan como único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio terminal irreversible o incurable”, subraya la normativa.
“En los lugares donde está legislada la Euthanasia es lo mismo que la muerte digna. Pero, en la Argentina la ley solo garantiza el derecho a rechazar el tratamiento y no contempla las situaciones en las que no queda tratamiento por hacer”, explicó.
Soriano resaltó que “los protocolos para la Euthanasia son absolutamente seguros porque incluyen la aceptación del paciente y la evaluación de un consejo médico que da garantías éticas y jurídicas”
“La situación se produce cuando el paciente está sufriendo y no hay posibilidad de hacerlo reversible. Alfonso Oliva es un caso que nos impulsó a promover esta legislación. Este joven de 36 años padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que lo fue paralizando paulatinamente al punto de que era alimentado por una sonda”, explicó.
Soriano dijo que “Alfonso había afirmado que lo que más deseaba en el mundo era poder comer, tener sexo y jugar al fútbol, algo tan natural que él no podía hacer”.
“El sufrimiento de estos pacientes, en los cuales no hay nada por retirar, es casi insoportable. Pero, a pesar de los 10 años de la ley, la mayoría de los profesionales de la salud, ni hablar de la gente, desconoce el contenido de la ley”, expresó.