Sin directores, nadie se baja de la orquesta

Por Pablo Callejón

En la política unos meses son demasiado tiempo y un año y medio, pueden significar la eternidad. Sin embargo, algunos dirigentes admiten sus pretensiones, convencidos en que nadie ha logrado asumir un rol preponderante que lo diferencie del resto. En la disputa por la sucesión de Juan Manuel Llamosas, ni oficialismo ni oposición pueden ostentar candidatos naturales. La crisis social y política deja poco espacio para escuchar a voces con ínfula de postulante, pero los caminos comenzaron a transitarse. Al menos desde la rosca interna y las reuniones con vecinos que se postean en las redes sociales. En el oficialismo, la ausencia de José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti en las listas para el Ejecutivo rompió el molde que dominó la política cordobesa en los últimos 25 años. La continuidad del cordobesismo provincial parece quedar en manos de Martín Llaryora, el ex intendente de San Francisco y actual mandatario de la capital. En esas raras búsquedas de la pureza de los “ismos”, Llaryora no presume la vinculación con ningún sector, pero necesita imperiosamente del aval de Schiaretti para solventar una gestión que le permita dar el salto al Centro Cívico. En el peronismo admiten que la elección seguirá el direccionamiento del “Gringo”, aunque con la lapicera en otras manos, el poder se comenzará a escribir con un trazo diferente. A contramano de la alternancia a la que apostaron Schiaretti y De la Sota para asegurar la continuidad del justicialismo y sus alianzas, esta vez el cambio generacional y de conducción no solo parece inevitable, sino que podría ser definitivo.
El diálogo entre el Gobernador y el radical Facundo Manes, impulsor de “una tercera vía” en Juntos por el Cambio, reabrió la discusión sobre las consecuencias que tendrá en Córdoba un eventual acuerdo nacional. Hay quienes recuerdan que la división de Cambiemos en el 2019 fue una concesión implícita de Mauricio Macri a su “amigo Juan” para que arrasara en las últimas elecciones. Unos y otros se disputan la misma porción del electorado y en Buenos Aires, no descartan al mandatario cordobés en una eventual opositora fórmula nacional. La decisión podría desatar un sismo en la interna provincial y aunque Schiaretti el año próximo deje de ostentar el máximo cargo provincial, el schiaretismo buscará su propia supervivencia. En el Palacio de Mójica insisten en que no habrá certezas para el 2024 sino retienen el poder en el 2023. Los más entusiastas esperan que Llamosas integre la fórmula con Llaryora y muestran las encuestas que anuncian un nivel de aceptación superior al 60 por ciento para el intendente, como principal señal de fortaleza. Fiel a su estilo, el mandatario no bendijo a ningún referente como su sucesor y deja que los posibles candidatos hagan, al menos por ahora, su juego individual. En el gabinete no hay un secretario que haya alcanzado una impronta personal que lo diferencie del resto. Todos están subordinados a la figura del intendente y algunos, mantienen un alto desconocimiento público a pesar de haber formado parte de la gestión durante más de 6 años.
En las redes sociales, el actual presidente del Tribunal de Cuentas, Mauricio Dova, y el secretario de Gobierno e integrante de la mesa chica llamosista, Camilo Vieyra, parecen mostrar credenciales sin oficializar sus aspiraciones. También admitió que lo intentará de nuevo el actual vicepresidente del ERSEP, Luis Sánchez. Sin embargo, en el gabinete, el ex diputado nacional y actual secretario de Deportes, Agustín Calleri es la referencia que suena cada vez con mayor fuerza. Desde que decidió instalarse en la ciudad, Calleri fue protagonista de reiteradas inauguraciones de obras vinculadas al deporte, con el Centro 11 como bastión. Aunque nació políticamente bajo el ala del delasotismo, buscó refugio en ese vínculo con la Provincia que Llamosas insiste en llamar “el mismo equipo”. Fuera del gobierno, la figura que espera su oportunidad es Adriana Nazario. La ex ministra de la Producción y ex diputada nacional acompañó a De la Sota en sus años de mayor poder político y cuenta con un valioso reconocimiento popular. Hay quienes aseguran que Calleri “podría simbolizar más a un riocuartense típico pero con poco peronismo”, mientras que Nazario “representa al recuerdo del ex gobernador, con la advertencia de que los votos nunca se heredan”.
Del lado opositor, tres dirigentes lanzaron sus aspiraciones a competir por el sillón de Mójica y un cuarto, parece dispuesto a imponer credenciales en su regreso al territorio. Entre los primeros emergen el actual presidente del bloque de concejales, Gonzalo Parodi, el ex titular del Pami, Gonzalo Luján, y el ex candidato a intendente, Gabriel Abrile. El cuarto en disputa es el ex intendente Juan Jure. El actual legislador no necesita correr por anticipado y difícilmente anuncie una eventual aspiración hasta que resulte inevitable. Para bien o para mal, el electorado ya lo conoce. El quinto en el abanico de posibles nombres es el actual defensor del Pueblo, Ismael Rins. Al peso del apellido se suma la ostentación de un lugar que otorga una habitual exposición pública. En la tercera vía, se consolidaría el actual concejal Pablo Carrizo en una fuerza política que lo tiene como un referente casi excluyente. Sin embargo, el histórico triunfo de Jorgelina Fernández sobre Walter Carranza, el poderoso sobreviviente a todas las gestiones municipales que sucumbió ante un armado inteligente que surgió de los propios trabajadores, podría marcar un punto de disrupción. Aunque si buscaran tentarla para un armado más amplio, el momento no parece el más oportuno ante la incipiente victoria en un sindicato con más de 12 millones de pesos de deuda y un malestar abrumador por los bajos salarios. El Frente de Todos es la referencia más golpeada por las adversidades económicas y la falta de liderazgos políticos. El lanzamiento provincial del intendente de Villa María, Martín Gill, surge como la base más solida para superar los direccionamientos de operadores sin adhesión popular que buscan sobrevivir políticamente en la dependencia de las agencias oficiales. Gill, con un perfil más amplio que el ala dura del kirchnerismo, se reunió hoy con el riocuartense Calleri. En la ciudad, solo Fernando Bossio, actual director del Pami, intentaría tener un rol más activo en la discusión local. El funcionario nacional responde a la línea de la diputada Gabriela Estévez, una dirigente de La Campora que mantiene un diálogo activo con sectores del schiaretismo.
En un escenario donde la realidad agobiante deja poco lugar para las internas partidarias, hay quienes deciden lanzarse al ruedo sin más repercusión que el microclima de la política doméstica. Sin directores que tomen la batuta, varios en la orquesta aspiran a no caerse por anticipado de un escenario donde los tiempos de la política parecen ir a contramano de las urgencias sociales.