
“Los obligaron a comer con la mano y a beber en exceso mientras se burlaban de sus defectos físicos, querían humillarlos”
Los obligaron a consumir con la mano varios platos de fideos con un olor extraño. Les exigieron, además, que bebieran uno tras otro los vasos repletos de alcohol que los superiores preparaban, mientras se burlaban de sus defectos físicos. El objetivo fue la humillación de los tres subtenientes que habían llegado unas horas antes de aquel 19 de junio, al predio del Grupo de Artillería en Paso de los Libres, una ciudad correntina de casi 50 mil habitantes, con casi dos siglos de historia. Así surge del expediente judicial que impulsa el fiscal federal Fabián Martínez.

Los sobrevivientes al “bautismo” militar admitieron en una extensa declaración de casi 7 horas que, cualquiera de ellos podría haber sido la víctima fatal. Del expediente surge que cualquier negativa a las órdenes superiores significaría comenzar “con el pie izquierdo”. Al final de aquella noche de sometimientos, Matías Chirino fue hallado muerto por una broncoaspiración. Se había ahogado en su propio vómito. Unas horas después, un militar de voz severa se encargó de informar a la familia. “¿Usted es el padre de Chirino?, venga a buscarlo, su hijo está muerto” Así de frío y deshumanizado fue el mensaje del vocero que las fuerzas armadas hallaron para notificar la más dolorosa de las noticias.
El doctor Enrique Novo, asesor legal de la familia, sostuvo que los subtenientes “fueron obligados a comprar comida y bebida alcohólica en exceso, se burlaron de ellos, de sus defectos físicos”. El letrado resaltó que los oficiales los obligaban a beber copas de vino con sal y a tirarse a una pileta con agua sucia y helada. A Matías le ordenaron que fuera a comprar “más bebidas y cigarrillos”, y al regresar, se ensañaron con él por una supuesta demora. El grupo de nueve jerarcas militares les pedían que cantaran y si alguno olvidaba la letra, “los manijeaban”.

La querella consideró que hay elementos suficientes para imputar y detener a los militares que violentaron a los recién llegados.
“Me lo mataron, no hay duda”, repite una y otra vez Ezequiel, el padre de la víctima. Matías tenía 22 años y quería continuar con la formación militar. Estaba enamorado de Valentina, su novia, y tenía un carácter generoso que surge en cada recuerdo entre los vecinos de Holmberg. Su muerte no fue un capítulo aislado en la historia militar argentina y la familia del joven fallecido espera que la Justicia actúe rápidamente sobre cada uno de los responsables.
Redacción Póster Central
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