Demasiado tarde

Por Pablo Callejón

El femicida encendió el fuego en el colchón y dejó morir a la niña de 3 años para provocar un dolor infinito y agudo en la madre de la víctima. Antes, había golpeado a su pareja en un intento frustrado por abusarla sexualmente. De nada sirvieron las denuncias por violencia de género y una orden de restricción que nadie le obligó a cumplir. Cuando lo detuvieron todo había resultado demasiado tarde. La niña había muerto calcinada y su madre abrazaba con fuerza a la beba que pudo rescatar del humo y las llamas. La perturbadora escena reveló el dolor punzante y abrumador de una muerte violenta y absurda.
La medianoche del 11 de diciembre del 2020, Pablo Ariel Bazán tomó un remis hasta la esquina de Juárez Celman y Sobremonte. En las afueras de la precaria vivienda en Pasaje Santo Domingo 65, el sonido de bomberos y ambulancias resultaba ensordecedor. “Te voy a cagar matando a vos y a tus hijas, voy a prender fuego este rancho”, dijo el femicida antes de activar el encendedor sobre un colchón de dos plazas. La mujer puso a salvo a la niña que acunaba en sus brazos y regresó para rescatar a su otra hija. La Justicia pudo determinar que Bazán “impidió la maniobra arrastrando el colchón incendiado hasta la puerta de ingreso, bloqueando de este modo el único acceso a la casa con el elemento en llamas”. No solo provocó la tragedia, sino que activó un macabro plan para asegurar la muerte de su hija. Como único recurso de defensa, el imputado lanzó que habría sido el hermano de la niña fallecida el autor del siniestro. Las pruebas demolieron su débil coartada.
Bazán es el padre de los tres hijos de ambos, pero debieron realizarle un análisis de ADN tras el homicidio debido a que la niña llevaba solo el apellido de la mamá. El agresor no tenía el documento nacional de identidad cuando nació la víctima y transitaba una vida marginal por sus adicciones al alcohol y las drogas. Cuando la mujer declaró ante el fiscal de Instrucción Fernando Moine, manifestó “que no sabe por qué Bazán hizo eso, pero cree que fue para hacerle mal a ella, ya que no tenía ningún motivo para hacerle algo malo a su hija”. Las denuncias ante el Juzgado de Niñez, Adolescencia, Violencia Familiar y de Género, dejaron constancias formales de las golpizas y amenazas que se repetían cada vez con mayor frecuencia. Estuvieron separados siete meses y la Justicia libró una orden de restricción que nadie se ocupó de garantizar. Cuando el homicida fue esposado sin oponer resistencia, la muerte era el daño irreparable que será juzgada a partir del próximo 2 de marzo.
La fiscalía y el Juzgado de Control ratificaron que Bazán mató a la niña con el objetivo de dañar a la mamá. La hipótesis surge como un agravante cuando “el sujeto activo conoce y sabe que la muerte le va a concitar un dolor, un sufrimiento o un padecimiento de cualquier naturaleza, ya sea físico, psíquico”. La resolución judicial confirmó la imputación de homicidio doblemente calificado y transversal. La Justicia consideró probado que “Bazán no prestó ningún tipo de ayuda a fin de poder salvar a su hija del incendio, al contrario, desinteresándose de la situación seguía peleando e insultando a su ex pareja, a quien le asestó una cachetada antes de huir”.
El homicida enfrentará una pena de reclusión perpetua si es considerado culpable por el Tribunal de la Cámara del Crimen. Llegará al juicio detenido pese a los intentos de la defensa de alcanzar una excarcelación. Rosa Ortíz, la madre del acusado, fue contundente al hablar con los medios de prensa tras el femicidio: “Pido justicia por mi nieta y que mi hijo pague por lo que hizo”. Un año y dos meses después, al imputado parece haberle llegado el tiempo de pagar. Una vida entera tras las rejas podría ser el acto de reparación que dispongan los magistrados. El desenlace de una macabra historia que no pudo soslayar el dramático final. La escalada de actos de violencia de género concluyó en el crimen de una niña, solo para agudizar el dolor de su madre. Un padecimiento inmenso y cruel como la impericia de quienes debieron evitarlo y llegaron demasiado tarde.Me gustaComentarCompartir