El Concejo avanza en la ordenanza de cupo laboral trans: se aprobaría la semana próxima

El próximo jueves se incluirá en el tratamiento del Concejo la aprobación del cupo laboral trans en Río Cuarto, se espera después de 8 años su aprobación.
Sheila Bravo, Integrante de la Mesa de la Diversidad, afirmó en diálogo con La Nueva Normalidad: “La lucha viene desde hace mucho más de 8 años, llegamos a un día histórico que pensamos que nunca se iba a llegar, estamos a una semana de la aprobación. Es un logro de una lucha incansable”.
“La comunidad trans es uno de los colectivos más vulnerados de la historia, ninguna otra persona ha desnudado tanto su vida como nosotras para visibilizar lo que pasamos. Vamos a celebrar y seguir trabajando para que sea efectiva la aplicación”, indicó.
Y agregó: “Se estima que en 4 años se pueda contratar al 100% de las personas trans de Río Cuarto que desean trabajar, no todas en el ámbito municipal, no todas queremos trabajar en el Estado, por eso el proyecto plantea la capacitación en el ámbito productivo”.
“No puede ser que en el 2021 las personas no se pregunten porque no hay personas trans en un kiosco, en el Estado, en cada lugar de trabajo”, advirtió.

LAS SOBREVIVIENTES

Por Pablo Callejón

Mayra es trans y peronista. De las peronistas de Evita. Cuando pensó en cómo sobrevivir a la temprana muerte de sus compañeras imaginó un proyecto colectivo. Sabía que nadie se salva sola. En los 90, cuando decidió vestirse y vivir como una mujer trans, la soledad la exponía cada noche a la muerte. Durante el día podía estar a salvo. Solo descansaba y quedaba al resguardo de su propia casa. Al caer el sol, debía trabajar. No tuvo más remedio que soportar en silencio las violaciones y los golpes en la zona del Mogote. Los clientes le aplicaban puñetazos con el sadismo de saberse impunes. La Policía se burlaba de sus denuncias y eran invisibles ante el Estado. Mujeres sin derechos, violadas y golpeadas, una y otra vez. Necesitaba varios días para recuperarse de los moretones, pero tenía hambre, debía volver. Al regresar a las calles, siempre de noche, el riesgo se parecía a la jornada anterior, y a la anterior. Los milicos las detenían por no vestirse de acuerdo a su género. Así de simple. Los códigos de faltas ni siquiera disimulaban sus cargas de segregación. El Estado vulneraba todos sus derechos antes de quedar postradas, con el rostro ensangrentado y el cuerpo temblando de miedo sobre las costas del río. Los pechos inoculados con siliconas tóxicas encapsulaban las improvisadas bolsas que daban volumen. El costo a pagar eran las infecciones que se esparcían por la sangre y los tejidos hasta provocar abruptos colapsos. Morían jóvenes, golpeadas, humilladas y abandonadas a su suerte. Cada derecho obtenido, cada historia que logró ser visibilizada, fue un arrebato a los dictámenes de la Parca. Mayra las vivió todas. Creyó morir muchas noches y volvió a despertar después de varias mañanas. Se ahogó en las risotadas de cada uno de sus violadores, tuvo que huir y decidió volver. Podría haber muerto tantas veces. Y sin embargo, es una de las sobrevivientes.

La aprobación de una ley nacional que garantiza para las personas trans un mínimo del uno por ciento en la planta laboral del Estado es un derecho que salva vidas. El objetivo es replicar la propuesta en cada provincia, cada ciudad y cada pueblo del país. En Río Cuarto, la iniciativa aún no logra un avance parlamentario. En el Concejo Deliberante se debate un proyecto que podría garantizar el trabajo y la contención a través del acceso a la salud, la educación y una vivienda digna. Nadie podría suponer un privilegio. El abandono durante décadas, las expuso a una expectativa de vida de países africanos en la mitad del siglo pasado. La mayoría de las personas trans mueren antes de los 40 años sin haber obtenido nunca a un empleo formal, una casa propia, un carnet sanitario, el alimento de todos los días y un lugar en el registro de alumnos de cualquier escuela. El 75 por ciento de las afectadas no pudo concluir el primario o la secundaria. No quieren ser vistas como un mero conflicto. Sentirse integradas a la sociedad las hace parte de la solución. Cuando nos observamos en la Diversidad se facilitan las condiciones para la igualdad en derechos y libertades. De eso se trata. Por eso luchan.

El reconocimiento a la identidad de género define un contexto en el que las personas viven según el modo en el que se sienten y autoperciben. Las personas trans hoy son llamadas por su nombre cuando deben realizar un trámite, inscribirse en un hospital, pedir un turno en el banco o comprar en el almacén del barrio. El DNI finalmente las representa. La discriminación ya no surge en expresiones burlonas ni en las palizas de la oscuridad de la noche. Ahora es más visible. La falta de acceso a un empleo es el primero de los argumentos para impedir que las personas trans adquieran sus derechos básicos. Necesitan ganarse la vida para restarle tiempo a la muerte. Cuando presentan un currículum son ninguneadas y sus carpetas terminan encajonadas. Un ex presidente del Centro Comercial debió renunciar por decir lo que muchos piensan. Las leyes que garantizan derechos podrán convertir esas expresiones en minoritarias y aislarlas hasta hacerlas desaparecer. Nadie debería estar vedado a trabajar por su modo de ser o de vestir. La iniciativa que espera un aval de los concejales, promueve la capacitación de las personas trans, alienta la creación de oportunidades y facilita el acceso a un espacio de trabajo municipal, en un acto que podría actuar como efecto multiplicador para superar prejuicios obsoletos.

Eliana recibía a sus compañeras en la última oficina del ático del Palacio de Mójica. Para llegar, había que subir una escalera sinuosa de varios pisos. Desde la máxima altura del edificio se podía observar la ciudad en la que miles de riocuartenses cumplían horarios, atendían clientes, programaban reuniones de oficinas, ofrecían productos, servían un café, manejaban un auto, atendían pacientes, educaban, libraban un cheque y pagaban sus cuentas. La cotidiana rutina laboral era un espacio vedado para las mujeres que llegaban a la incómoda oficina de Eliana. La mujer de mil batallas había abandonado su pueblo a los 13 años. Ella entendía que se podía disimular ser gay o lesbiana, pero ninguna estrategia sería suficiente para las travestis. Cuando empezó a vestirse con faldas, resolvió que lo mejor era dejar Vicuña Mackenna. Las personas trans huyen muchas veces. Incluso toda su vida. Eliana llegó a Buenos Aires, fue alojada en un instituto de menores y tuvo que pagar con sexo con hasta cuatro canas en una misma noche, para que la dejaran salir de una comisaría. Fue drogadicta, borracha, pobre, morocha y travesti. Como algunas de sus compañeras, fue también una sobreviviente. Convirtió el dolor en un impulso combativo que la hizo bandera. Les gritó a los políticos que se negaban a escucharla y encabezó las marchas que exigieron derechos. Se emocionó hasta las lágrimas por la unión civil, aunque prometió que solo daría el “Sí” cuando su documento dijera Stefani Eliana Alcaraz. Un 8 de febrero el corazón enardecido dejó de latir. Tenía solo 46 años.

El proyecto de ordenanza que aguarda por el aval político para su aprobación, advierte que el Estado “es responsable de garantizar en la contratación de personal y las decisiones de promoción laboral la no discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género”. Parece una obviedad, pero no lo es. Nada ha resultado obvio para los derechos de las personas trans. La iniciativa es incluso superadora de la normativa nacional. Exige que el cupo laboral se eleve al 1,5% de su planta transitoria, permanente y contratada. Promueve también la incorporación a las cooperativas que tienen vínculo con la Municipalidad y fomenta la creación de nuevos espacios cooperativos de trabajo. Además, plantea beneficios impositivos para los sectores privados que sumen a personas trans.

En el colegio ya era el mariquita, el puto, el travesti. Belén nunca tuvo que elegir nada. Desde muy niña siempre fue mariconcita. Trabajó en el campo y como muchas, también tuvo que huir. Se fue a Buenos Aires, estudió, tuvo un trabajo, comenzó a pintarse los ojos, sus labios, se vistió de mujer. Cuando volvió, fue en vano ocultar aquellos cambios que eran definitivos. Belén comenzó a salir vestida con pantalones ajustados. Caminaba las calles del centro con Marcela, Eliana y la Pinki. Las detenían y las golpeaban por nada. Abusaban de ellas y las obligaban a desvestirse en los patios de las comisarías, como en el circo de un coliseo romano. Tuvo miedo, lució algunas veces de hombre y decidió nunca más volver a la ciudad. Abrió un comercio en Holmberg, adoptó dos hijos y se ganó un nombre a prueba de solidaridad. María Belén es otra de las sobrevivientes.

Casi 9 de cada 10 travestis y trans modificaron su cuerpo. La inyección de siliconas y tratamientos hormonales les anticipa la posibilidad de un colapso o la muerte. La mayoría de las que decidieron colocarse prótesis lo hicieron en sus propias casas o en consultorios de baja reputación. Durante años, la prostitución fue el único medio de supervivencia. Sus condiciones de vida aumentaban los mecanismos de segregación. Cambiar el documento y terminar la escuela, no fue la antesala directa para losderechos básicos. La clave será siempre el acceso al trabajo.

Amber contaba los minutos hasta escuchar el último timbre de la escuela. Al llegar a casa, se secaba las lágrimas y se vestía con pollera y tacos. Era finalmente libre. Sus compañeros comprendieron los cambios mucho antes que el Estado. A los 9 años, Amber fue a renovar el DNI junto a su mamá Taty y la empleada del Registro Civil le pidió que regresara con la niña vestida de varón. Amber se negó y calmó a su madre. La historia se reveló en un posteo de Facebook y multiplicó las cadenas de solidaridad que obligaron al municipio de Alejandro Roca a buscar estrategias de solución. Amber deberá crecer en un mundo que no tolere la discriminación. Que le garantice su derecho a jugar y a educarse. Que le permita soñar con un vestido con vuelos, un baile de egresados, el ingreso a la universidad y la igualdad de oportunidades en una convocatoria de trabajo. Alcanzar la meta exigirá un Estado capaz de reparar su deuda histórica. Convertir en ley el cupo laboral será un paso inmenso en el reconocimiento de derechos de las personas trans. Por las que ya no están y las sobrevivientes.