Aquí estoy, señor fiscal

Por Pablo Callejón

Señor fiscal, usted no me conoce. Sabe mi nombre, donde vivo, mi edad, pero no me conoce. Voy a contarle que tuve miedo y espero que me entienda. Nadie me entendió antes. Mi novio era un chico militar. Hacía dos meses que salíamos. Cuando supe que estaba embarazada fue al primero que se lo dije. Usted sabe, me respondió que no se podía hacer cargo, que debía viajar a Córdoba y no iba a estar nunca. Estaba segura de que no volvería. Me advirtió que debía hacerme cargo sola. Espero que usted me entienda. Yo estaba sola fiscal. Tenía otro hijo y nadie que pudiera ayudarme. Trabajaba de noche y lo que ganaba no me alcanzaba. Me encontraba sola, disculpe que insista. Estaba muy presionada por mi ex novio. Me pedía que averiguara cómo hacer para tomar una pastilla y abortar. Él estaba seguro de que eso estaba bien y creo que yo también. Había tanto quilombo en la tele, en las radios. Decían que era legal. ¿Se acuerda? No sentí que podría cometer un delito. A mi ex le contaron de este médico, Roldan Tafur, y fuimos a una consulta. El hombre nos dijo que desde hacía muchos años “realizaba esto, que no había ningún problema”. Había ido antes a una farmacia para pedir la pastilla abortiva y me pidieron una receta. Le dije al médico si podía hacerme el pedido, yo estaba de solo tres semanas. Roldán Tafur me dijo que no, que podía tener muchos problemas. Según este hombre, el misoprostol no era seguro. ¿Se da cuenta? Me sugirió entonces realizar un legrado. Prometía “un legrado de película” a cambio de 15 mil pesos. Mi ex consiguió la plata y una semana antes del 14 agosto de 2018, un miércoles, pagamos lo que pedía. Tenía miedo, no estaba preparada. ¿Cómo iba a estarlo fiscal? Sabía que era legal, por lo menos eso creía. Jamás había hecho nada, nunca entré a la Policía. No haría nada que fuera un delito. Pregunté a gente que conocía y me decían que era legal, que lo habían visto por la tele. Lo habían aprobado unos senadores, creo. Este médico me colocó una inyección y me durmió. Estuve muchas horas inconsciente. Cuando me desperté, me dijo que me fuera a mi casa. Bah, me largó para mi casa. ¿Entiende fiscal? Empecé a sangrar, no paraba. No se si tuve una infección, pero me llevaron al Hospital. Allí me dieron medicamentos. Me acuerdo que me colocaron un suero y se reventó una vena. Todavía cada tanto me duele y se duerme la mano. Me sentí presionada fiscal, obligada por mi soledad, la falta de dinero, mi trabajo. Me obligó mi ex. No puedo decirle de quien se trata. ¿Qué importa? Otra vez estoy sola, frente a usted. Aquí me ve fiscal. Mi situación era muy difícil. No podía sola. Ni siquiera podía mantener a mi hijo. ¿Cómo haría con otro bebé? Conseguir que el padre de mi niño pague la cuota era siempre una lucha. Cuando me separé viví en la calle. Si, en la calle, de casa en casa, donde podía. A veces una noche, a veces ninguna. Mi papá no tiene trabajo, no puede hacerse cargo de mí. Nadie se hacía cargo, solo yo. No quería volver a dormir en la calle con mi hijo. Empecé a trabajar de noche, no tenía opción. Era lo que había. ¿Se imagina con dos hijos? ¿Quién me iba a dar trabajo? Una cosa más fiscal, no es verdad lo que dijo el médico. Me refiero a eso de que no hacía los abortos. Yo no tomé una pastilla en mi casa y fui a que me resuelva un problema. Me dijo que me iba a realizar un legrado, de esos de “película”. Saqué el turno, le pagué y punto. Podría haber muerto fiscal, pero aquí estoy, otra vez sola. No importa quién era mi novio el militar, ni quien era mi ex. ¿Para qué dar sus nombres? Nunca quise cometer un delito. Tuve miedo.

A las 17 del 14 de agosto de 2018, ingresó a los consultorios en Caseros 241. En el frente de la clínica solo había un cartel con el nombre del “doctor Mariano Roldán Tafur”. Tras someterse a un legrado, la mujer volvió a su casa, ya de noche. Se acostó en la única habitación que podía alquilar y compartía con su hijo. A los pocos minutos se desvaneció. Un vecino la asistió y la trasladaron de urgencia al Hospital. Ingresó en la medianoche del 15 de agosto. La historia clínica reveló que había sido sometida a “un aborto provocado incompleto”.

El 30 de diciembre del 2020, con una multitud de mujeres en las calles de Buenos Aires y todo el país, se convirtió en ley la Interrupción Voluntaria del Embarazo para quien se encuentre dentro de las 14 semanas de gestación. El análisis hospitalario reveló que la imputada aún no había superado las siete semanas. El fiscal resolvió aplicar la ley más benigna, que implicaba la despenalización del aborto. Pidió finalmente el sobreseimiento. La mujer que sobrevivió a la soledad, las presiones, los abandonos, la calle, el hambre, la noche y hasta la propia muerte, quedaba al filo de la libertad de culpa y cargo. Nunca en la causa estuvieron citados el hombre que la embarazó ni el hombre que la obligó a abortar. La ley también favoreció al médico. Hoy la IVE se realiza a través de un protocolo gratuito y seguro. Las clínicas privadas que antes hacían negocios con eso, hoy se niegan. Tendrán que cambiar. A través del municipio las mujeres son contenidas, deciden por sí mismas y sus vidas no corren peligro. Hoy no hubiera estado sola, señor fiscal.