“Las personas que antes alojábamos en el Hogar, hoy duermen en baños o garitas”

“Con Norma éramos muy pobres, sabemos lo que significa no tener la comida. Eso te lleva a perder la razón de ser. Querés comer a cualquier precio. Comido pensás, con hambre no. Dios no nos brindó universidad, pero nos dio la gracia de comprender a los que necesitan (sic)”, manifestó Marcelino Steffania en diálogo con Póster Central.
En la entrevista en vivo confirmó que hoy en el Hogar Madre de Dios funciona la elaboración de viandas, pero debieron suspender el alojamiento de personas en situación de calle y el comedor en forma presencial.
“Las personas que antes alojábamos en el Hogar, hoy duermen en baños o garitas. El Estado está desbordado, no hay un lugar que pueda sustituir nuestro trabajo”, aseveró.
Marcelino resaltó que “la pobreza se va a agravar mientras sigan estas políticas, con estos políticos que no escuchan”

Una historia de lucha

Marcelino tiene 60 años y está casado con Norma. Tiene dos hijas, Alba y Jimena, y cuatro nietos. Cuando Jime tomó la comunión, decidió junto a su esposa realizar la confirmación. Con aquella decisión surgió una conversión espiritual que los convocó a mirar de otra manera a los otros. Decidieron crear el Hogar Madre María de Dios y con el tiempo, lo constituyeron en una asociación civil. El 31 de diciembre de 1997 comenzaron a brindar el almuerzo a siete abuelos del barrio Calazans. Cada día, los ancianos esperaban la comida sobrante del Paicor frente al colegio Almirante Brown. Una jornada no había quedado nada y Norma le pidió a Jimena que los invitara a almorzar.  Aquel mediodía fue el principio de todo.
Marcelino es un apasionado de la lectura y salir a caminar con sus compañeras, Diana y Lola. También recorre la costanera con sus nietos en bici y trata de no faltar a misa.
En el Hogar, las mujeres que participan de la cocina y el preparado de viandas en el comedor, también ordenan el reparto de ropa y bolsones de alimentos que llegan de aportes solidarios y las tareas de huerta.
Por la pandemia, el salón comedor dio lugar a los encuentros de adultos mayores que buscan alfabetizarse y terminar el primario. Junto al área de Educación del municipio buscan trabajar también en la alfabetización digital. Desde el Hogar apuestan a acompañar a las mujeres que intentan terminar la secundaria y ayudarlas con los insumos escolares.
A los Steffania nadie les debe contar sobre la pobreza y la solidaridad. No se trató nunca de dar lo que sobra, sino de ayudar aunque les falte.