Las cuarenta de la cuarentena – Por Guillermo Geremía

“Cantar las cuarenta” significa reñir a alguien, con razón, por algo que ha hecho mal. El origen de la frase viene del juego de cartas español llamado “tute”. La cuarentena y sus más de 40 días de duración es motivo de estas cuarenta que cantamos a tono de reproche sí, pero también de valoración de aquellos que se esforzaron por hacernos este tiempo más llevadero.

1/ Todos nosotros, la sociedad en su conjunto ha aprendido a disciplinarse a una exigencia nunca antes asumida voluntariamente. Es una gran mayoría silenciosa que ha sabido entender, o por la razón o por la letalidad del virus. Nos sometimos a autocontroles nunca antes vistos y nos empoderamos  de nuestros propios comportamientos sin esperar un padre imponedor.  

 2/ Los provocadores e indisciplinados de siempre también aparecieron.  Soberbios con ínfulas de inmortalidad, desforestados mentales que desafiaron su propia vida y la de los entornos con la misma irresponsabilidad que los caracterizó en otros momentos. No son los desesperados por las carencias, contrariamente son “idiotas que creen que todos son idiotas menos él”.

3/ A muchos de esos los salvan los médicos, enfermeros, paramédicos y resto del equipo de salud que se exponen a ser los primeros contagiados por un virus indómito. Lo hacen con carencias de insumos o con falta de coordinación de los responsables públicos y privados de la salud  que también en sus órdenes van improvisando con ensayo y error. No son héroes. Hacen su trabajo demostrando un compromiso no observable en otros que debieran tenerlo.

4/ Los otros médicos no en las trincheras, sino en las tiendas de campaña y mirando mapas y planillas de exel, lejos de las líneas de trinchera se manifiestan preocupados por cómo salvar su negocio sanitario antes que ponerse a disposición del juramento hipocrático que algunas vez prestaron. Están con la calculadora en la mano sin pensar en colgarse otra vez el estetoscopio.

5/ La clase política gobernante ha estado a tono con la urgencia. No sin acciones por reprochar pero en su gran mayoría, quienes están en funciones, honraron sus compromisos. Los más sin hoja de ruta fueron haciendo camino al andar. Los menos usando el cargo para el eterno marketing de sus acciones. No pudieron contenerse ni siquiera en la pandemia.                        

6/ Los políticos borrados del mapa son el verdadero “déficit fiscal”. En Río Cuarto un puñado de dirigentes del oficialismo y unos pocos de la oposición se los ve trajinar cada día planificando acciones para prevenir el coronavirus. No se les pide que estén tomando decisiones sino es su especialidad,  pero sí que al menos se sumen al voluntariado ayudando a quienes menos tienen. Encima, muchos desde sus barrios privados reclaman,  al mismo tiempo desde sus computadoras,  que el Estado ayude a los afectados pero que achique el gasto.

7/ Los ayudadores de siempre no hicieron mutis por el foro. Ellos siempre están. Particulares solidarios por naturaleza, organizaciones no gubernamentales, clubes e instituciones  fueron tejiendo cada día de esta cuarentena una red social que evitó que se seque la raíz del compromiso humano por el otro.                                                                                                           

8/ Los nuevos ayudadores que se sumaron a la legión de almas caritativas  son también responsables de que la situación social no sea peor de los que ya es. Haciendo barbijos, cocinando y repartiendo viandas, juntando ropa o aportando insumos de limpieza han hecho lo suyo sin pedir nada en retribución.                                                                                                              

9/ Sí piden reconocimiento a cambio, quienes hacen de las acciones solidarias una moneda para expiar culpas. Saben que su angurria de ingresos, defendida hasta en estos tiempos de carencias, debe pagarse con conciencia manchada simulada en promocionada solidaridad.

10/ Los comerciantes minoristas son los “sargentos” de los pelotones de desembarco en las playas de Normandía. Soportan la metralleta de la brutal recesión, cargan con la cruz de enfrentar el momento junto a sus empleados, se están comiendo los ahorros y peregrinan para conseguir la ayuda financiera prometida.                                                                                                                                 

11/ Pero están también los mercaderes que lucran con la necesidad ajena. Formadores de precios, grandes superficies comerciales y los “vivos” de siempre que lucran hasta con un litro de alcohol en gel. Toda sociedad tiene su escoria.                                                                             

12/ Pero los hay emprendedores que le buscan la vuelta a la situación. Se reconvierten hasta superar la crisis. Exploran con otros canales de ventas. Se organizan y miran para adelante.  

13/ Sin demasiado por decir de quienes siempre se quejaban de todo. Ni el COVID-19 les cambió el ADN.

14/ En la cuarentena se comprobó la estirpe de empresarios conscientes de su rol social. En silencio, disponen de recursos para sostener a los propios y a ajenos. Alguna vez ganaron mucho y hoy les toca perder. Saben que esa es la ecuación esencial del capitalismo.                

15/ Y también quedaron al descubierto los explotadores de empleados. Hacen de cada mes el inicio de su empresa. No hay historia recorrida. Si este mes no ganaron que lo paguen sus trabajadores.                                                                                                                                           
16/ Peores son los grandes simuladores. Con un discurso público comprometido en causas solidarias, pero en privado haciéndoles pagar el costo de su situación a quienes durante años les permitieron construir su riqueza.

17/ Algunos de estos se sientan a la misma mesa que sindicalistas  inescrupulosos que no tienen miramientos en sacrificar a los suyos para no perder sus eternos privilegios.                 

18/ Pero están los otros, comprometidos con sus representados y buscando la salida a esta situación inédita que nos impone un desafío que atraviesa a todos los modelos de economía experimentados a lo largo de la historia.                                                                                              

19/ Los peores son los gremialistas borrados. Como muchos políticos, los hay guardados en sus cuarentenas doradas mientras sus afiliados padecen las consecuencias de la hora aciaga.

20/ También entre el mundo laboral salieron a la superficie conductas destacables y actitudes miserables. Trabajadores solidarios con sus compañeros capaces de compensar con su tarea a los exceptuados por ser de alto factor de riesgo.                                                                               

21/ Y están los “carneros”. Eternos y mediocres “serruchadores de piso” que se los ve con la gota de lascivia en sus comisuras esperando quedarse con puestos encumbrados, no por mérito sino porque no dudaron en usar el coronavirus para conseguir lo que no provee su escaso mérito.                                                                                                                                            
22/ Ajenos a estos miserables, los laburantes informales que sobreviven a las changas, están como leones enjaulados en sus humildes hogares viendo como cada día se achica cada vez más la porción de comida en el plato de su familia.

23/ Los servidores públicos dieron la talla en esta hora descorazonada. Los bomberos hicieron los suyo como si nada estuviera fuera de la normalidad.                                                                 

24/ Policías y agentes municipales le pusieron el cuerpo a antipáticos controles, bajo condiciones meteorológicas adversas y exponiéndose al riesgo de contagiarse.                         
25/ Sólo unos pocos se abusaron de su rol y se “aprovecharon” de su aumentado poder frente al miedo ciudadano que hizo descender la defensa de los derechos básicos.

26/ En los maestros en sus casas se sostiene la posibilidad de que el año lectivo no termine reprobado. Comprometidos con su rol docente han debido realizar un curso acelerado de tecnología para manejar la herramienta que les permita estar en contacto con sus educandos.

27/ Deben soportar la tensión de directivos, que durante el año ni los hablan y ahora sobreactúan su rol y de padres, que no logran asimilar que la educación en la casa no es una intromisión familiar de docentes sino un compromiso con no interrumpir el proceso educativo.

28/ Pero hay progenitores que en su casa se multiplican para asumir el rol complementario que la escuela requiere de ellos.                                                                                                           

29/ A la par, muchos abuelos ayudan a sus hijos y nietos. Ellos que son los que más se bancan la cuarentena total y comprenden que el encierro debe ser respetado desde la vulnerabilidad del otoño de sus días.

30/ Los banqueros ya no te prestan ni el paraguas que te sacan cuando llueve. Son la manifestación del lucro constante que nada los detiene. La mayoría de los países los salvaron en la crisis del 2008 y ahora no salvan a nadie. Si algo tiene que cambiar después de la pandemia es el sistema financiero y sus personeros.

31/ En el Poder Judicial también se ponen de manifiesto actitudes curativas y otras que enferman a la par del virus. Jueces y fiscales que aprovecharon este tiempo como si estuvieran de vacaciones. Una feria excepcional.                                                                                                      

32/ Salvo honrosas excepciones, son magistrados temerosos de hacer cumplir la ley para liberar o detener aplicando la constitución y el derecho. Hicieron lo mismo de siempre. Poderosos con los débiles y débiles con los poderosos.                                  

33/ Debajo de la cruz puede verse a religiosos comprometidos en su opción por los pobres, ampliando su tarea y desplegando acciones sin límites de horario y territorio.                                

34/ Pero también puede descubrirse, encendiendo el celular,  a otros con o sin sotanas creyendo que las redes sociales son único y suficiente compromiso para quienes en esta hora más que un salmo o un rezo necesitan ayuda material. No es el espíritu el que hace ruido en las panzas.

35/ En los medios de comunicación no ha sido fácil encontrar por estas tierras ejemplos de profesionalidad continúa y manifiesta. Corporaciones hegemónicas y sus soldaditos de cartón pintado han hecho del impacto y la desinformación un ejercicio de inoculación cotidiana.        

36/ Periodistas que apelan desde sus lugares a una lógica pendular que oscila entre el impacto sensacionalista y la emoción como herramienta de captación. Se necesita compromiso profesional con un rol que se torna fundamental en momentos de mucha incertidumbre. Lo han tenido los pocos periodistas especializados en temas científicos.                                                    

37/ Abundan también, irresponsables con patentes de corso que se presentan como pseudo-periodistas que confunden todo y creen que la pandemia es el momento ideal para sumar seguidores.

38/ En línea desviada, las redes sociales y sus cada vez más masivos e intensos consumidores hicieron protagonistas a las mentiras (fake news) y operaciones para ratificar sus propias ideologías y grupos de pertenencias.                                                                                                                            

39/ Para compensar, también las redes permitieron ser soporte de la comunicación intensa que hizo más soportable en todo sentido la cuarentena.

40/ En el final de esta cantata de cuarenta de cuarentena nos ponemos nosotros. No en tanto trabajadores de la comunicación sino como habitantes de este planeta. Viviendo un momento único en nuestras vidas. Personas y circunstancias puestos no sólo ante el desafío de soportar lo que estamos atravesando sino de ser mejores en lo individual y lo colectivo para lo que vendrá. Así son las cosas.