
A 66 días del 2020: 78 femicidios
Hoy es 6 de marzo de 2020 y contamos ya 66 días del año y 78 mujeres y femeneidades asesinadas (67 femicidios y 11 transfemicidios).
Por Carolina Tealdi*
Endilgarle a los celos, al exceso de amor, e incluso a locura provocada, sería cuando menos simplista. Los femicidas son una construcción social, que como tal nos pertenece a todos y todas: los vamos armando desde que nacen, hasta que llegan a entender que una mujer es lo que ellos quieren que sea, un día diosa, madre perfecta, pura y casta, hermoso yeguón y al día siguiente, cadáver. El 70% de estas mujeres fueron asesinadas por su pareja o ex pareja, había denuncias previas e incluso medidas judiciales. Entonces, ¿es que nada alcanza?
En las escuelas la Ley de Educación Sexual Integral debe darse sin omisión en todo el país. Las maestras cuentan que a veces no se puede porque hay padres que no están de acuerdo con los contenidos. A ver, es una ley nacional, si yo fuese terraplanista y no quisiera que le enseñen a mi hije que la tierra es redonda, ¿van a sacar geografía? La ESI es fundamental para entender desde el nivel incial, que somos iguales y diferentes, que tenemos que cuidar nuestro cuerpo y respetar el cuerpo de los demás. Sin ESI seguimos avalando comportamientos machistas, seguimos construyendo la idea de que las mujeres somos un objeto, de que las diferencias son para el bullyng, seguimos formando futuros agresores, futuros femicidas.
También necesitamos la urgente implementación de protocolos de acción ante violencia de género y la formación de la Ley Micaela en cada espacio del Estado y en instituciones privadas.
Según un informe del Ministerio Público Fiscal del 2018, sólo el 5% de los casos de violencia de género llegan a ser denunciados y de ese pequeñísimo porcentaje, un muy chiquito 4% llega a tener condena judicial. Las otras causas se desestiman o se archivan, o, ante la revictimización constante, las denunciantes se retiran, vencidas.
Para poder llegar a esa instancia judicial, una mujer pasa por lo que llamamos “la ruta crítica”, que no es más que todos los obstáculos que tiene que sortear hasta que finalmente logra hacer la denuncia. Primero que le crean, por lo general cuando una mujer empieza a hablar de abuso, su entorno duda. Si alguien la escucha o se da cuenta por lo que está pasando, tal vez, ella junte valor y vaya a la comisaría, pero se encuentra con preguntas como “¿y vos que hiciste para que se pusiera así?” o “¿qué hacías a esa hora ahí?” y si quien porta el cuerpo es uno diverso, posiblemente sólo encuentre burlas y hasta represalias. Entonces, los números del Ministerio Público Fiscal son sólo la punta del iceberg.
No tenemos datos porque hasta hace muy poco, los femicidios no eran problema. Peor la tienen las travestis/transexuales, de quienes no solo no hay datos, sino que tampoco tienen debida atención médica, contención social y laboral, y sobra la discriminación, la trata, la droga. Escuchamos en un loop noticieril que somos asesinadas por putas, por drogadictas, por problemáticas. Sin ir más lejos, acá en Río Cuarto, el fiscal Rivero en la causa por el femicidio de Camila Carletti, justificó a su asesino porque ella era prostituta.
La deuda es con nosotras. La deuda es con los cuerpos femenizados, con nuestros cuerpos gestantes. La deuda es con nuestra libertad.
El agravado contexto de crisis de los últimos 4 años hizo que todo estallara por los aires, con un estado Nacional que destinaba $11 por mujer en prevención y cerraba el Ministerio de Salud, eje fundamental para detectar la violencia sobre el cuerpo de mujeres, diversidades, niñas y niños.
La verdad es que no tenemos un plan real para esto. La mayoría de los proyectos en marcha desde Nación, Provincias y Municipios, apuntan a la mujer. Cuando claramente el problema es el hombre. Estamos errando el sujeto de acción para la prevención de los femicidios.
Mientras a la víctima se la revictimiza y vulnera en cada uno de los escalones de esa ruta crítica, con el agresor intentamos no ser punitivista. Las pericias son siempre sobre las víctimas, nunca sobre los agresores. Y entonces, se explica perfectamente por qué se caen tantas denuncias. Y esos hombres, van a seguir agrediendo. Y aunque la denunciante consiga una perimetral y un botón antipánico, el resto de las mujeres seguimos con ese agresor cerca.
En la provincia de Córdoba, el Polo de la Mujer, a modo experimental, implementó La Casa del Varón. Un espacio donde los agresores son derivados desde la justicia o por acuerdo entre partes. Y es el primer lugar donde se trabaja sobre el agresor. Hay terapias grupales e individuales, van hombres por cuenta propia también y hasta van los que están presos por causas de violencia de género, porque si, esos también van a volver a estar en la calle algún día. Y algo tenemos que hacer.
Desde todos los ámbitos siempre somos las mujeres las que nos organizamos para contener a otras mujeres, acompañar y ayudar a salir de la violencia. Pero también necesitamos que los hombres lo entiendan ya de una vez como algo de lo que se tienen que responsabilizar y salir a hablar con otros hombres, acompañar y contener.
El compromiso tiene que ser de todas y todos.
*Carolina Tealdi – Diplomada en Acompañante Comunitaria – Miembro del Consejo Municipal de Género – Mujeres con Voz
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