
“Cuento historias nunca olvidadas, que habían quedado en un baúl y hablan de un tiempo convulsionado”
“Cuento historias nunca olvidadas, que habían quedado en un baúl y hablan de un tiempo convulsionado”, afirmó Juan Carlos “Quitito” Díaz, autor del libro Las paredes de la esperanza.
En diálogo con Póster Central, el autor dijo que las historias “están relacionadas con esa primera impresión de encierro y de falta de la libertad, aunque finalmente me permiten ver hacia el futuro”
“Cuando fui detenido por el célebre Gato Gómez encontré un grafitti en las paredes de la Cárcel me permitió relatar la primera parte. Y en la segunda, en la comisaría de Córdoba, tuve una comunicación por sistema morse durante tres meses con una mujer que nunca conocí en la Cárcel”, resaltó.
Y agregó: “Luego, supe que era una militante de la MST. Fue algo sumamente mágica. Habíamos quedado que nos iban a llamar cuando salíamos. Cuando recuperé la libertad fue a verla y me temblaban las piernas. No describí que pasó en el encuentro, que cada uno imagine lo que quiera”
“17 jóvenes estudiantes fuimos trasladados desde Río Cuarto a Córdoba y juzgados por una especie de Consejo de Guerra. Fue muy difícil todo lo que vivimos en aquella época. El libro es un encuentro de rebeldía con un tiempo de vida”, subrayó.
Díaz precisó que “en el 75 y 76 tenía la confitería San Marco que estaba ubicada en la mitad de la Plaza Europea, que hoy no existe”.
“El Gato Gómez y su amigo se sentaban todas las tardes a tomar un café y me miraban amenazantes. Obviamente es algo que no es grato. Es un tipo burlón, miraba de forma especial a las mujeres, desagradable”, expresó.
Y añadió: “No me olvido de nada, pero siempre miro para adelante. Eso me permitió salir de esos lugares siniestros”.
“En el 66 comencé en el Colegio Nacional y recuerdo a una generación convulsionada. Comencé a hacer política a los 13 años en un momento en el que no se permitía hablar de Perón y Evita. (Patricia) Bullrich abrazó los 70 siendo de una familia patricia. Todos participábamos. El Mayo Francés pegó fuerte y las distintas revolucionarias aparecían mientras se desarrollaba la guerra de Vietnam. Nos fuimos forjando”, describió.
El autor del libro dijo que “nos juntábamos con Alberto Pinto y el Gordo Squerro para seguir lo que pasaba con el Cordobazo”.
“En el patio del Colegio Nacional hicimos una revuelta para adherirnos al Cordobazo. Fue la primera vez que me paré en una escalera y hablé hacia los chicos. Nos concentramos en la esquina de la Casa Opera, cerca de la Policía”, remarcó.
Y agregó: “Con Alberto Pinto conocí la biblioteca Mariano Moreno, en la presentación del libro de Floriani. Recordar todo esto fue abrazarme con hechos e historias personales, nunca olvidadas, que quedaron en un baúl”
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