Cuatro imputados por el crimen de Claudio Torres: Uno de ellos, había sido liberado en la causa narco

El fiscal de instrucción, Fernando Moine, imputó a cuatro personas por el crimen de Claudio Torres, el denominado “zar de la droga”. El hecho ocurrió el 16 de enero de 2019, en una vivienda de barrio Fénix.
Tras el homicidio, quedó expuesta una red de narcotráfico y lavado de activos con complicidades policiales. La Justicia Federal condenó en un juicio abreviado al jefe de la División Investigaciones, Gustavo Oyarzábal.
Los imputados por el asesinato de Torres son Cristián Fabián Ortiz y Mariano Martín Rivarola, sospechados como “coautores (art. 45 CP) del delito de homicidio doblemente calificado por precio o promesa remuneratoria y alevosía y tentativa de homicidio calificado por alevosía”. Ambos están alojados en la Unidad Penitenciaria 6.
Moine también involucró como “partícipes necesarios”, a Jonathan Nicolás Palacios y Néstor Nicolás Robledo, un sujeto de Rosario detenido por transportar estupefacientes.
Palacios había recuperado la libertad a fines de abril y se libró una nueva orden de detención por el crimen de Torres.

Las cartas marcadas
Por Pablo Callejón

Claudio Torres no era un desconocido para la Justicia Federal y las fuerzas de Seguridad, pero nada lo detuvo. La descripción surgió en plena investigación por la causa de los “narcogendarmes” que reveló la complicidad de agentes de investigación de Gendarmería con el tráfico de drogas y el nexo con la instrucción paralela por otro capítulo escandaloso que tuvo al ex segundo jefe de la Unidad Departamental, Leonardo Hein, como uno de los procesados y luego condenado por una calificación mucho más leve. Según señaló el gendarme Luis Amado Naser en su declaración indagatoria del 8 de agosto del 2018 ante la Justicia Federal, a la que pudo acceder Póster Central, en el 2015 el comandate Sanabria, quien era el jefe superior de Naser y Moya en Gendarmería, “les ordenó que debían trabajar con informantes”. En abril de ese año, Naser y Moya toman contacto en el barrio Cola de Pato con Carlos Grich y lo sumaron como colaborador. Grich es quien aparece en las escuchas telefónicas junto al ex comisario Hein. Tras acordar con los gendarmes, Grich se reunió con Darío Correa, quien fue acusado en el juicio como el jefe de la banda Narco que participó del procedimiento en la Terminal de Omnibus donde fueron a buscar un paquete de drogas enviado desde Orán, en Salta, y se reveló públicamente la trama de comercialización de drogas entre narcos riocuartenses y agentes de seguridad. Según relató Naser, Correa les vendía información sobre operativos que se iban a efectuar a cambio de dinero en efectivo. “Pasado un tiempo, siguieron trabajando mucho más en contacto con Correa que con Grich, porque Correa les dio datos de Claudio Torres”, afirmó Naser, según surge de la sentencia publicada por el Poder Judicial. El gendarme dio nombre y apellido del zar de la droga y destacó que “Correa y Coria le hacían de transportistas a Torres”
El acusado dijo que “le comunicó esta situación al Comandante y el no quiso informarla al Juzgado”. El acusado relató que Sanabria “quería tener más causas, una para Coria, otra para Torres y otra para Correa”. Naser afirmó que “no tenía el cargo ni la jerarquía para informar esto directamente al Juzgado Federal” y que “si se hacía algo diferente a lo que él –comandante- decía amenazaba con darles el pase”. Hace años sabían de Torres pero nunca fue procesado, ni detenido.

El crimen

A las 21 horas del martes 15 de enero Claudio Torres fue ultimado a balazos cuando salía de su vivienda en Laprida al 1264, en el barrio Fénix, mientras que el acompañante en el vehículo Audi A5, su hermanastro Germán Saliva, se salvó de milagro tras ser baleado en el mismo ataque. Torres llevaba una pistola calibre 6.25 que no pudo llegar a disparar. Torres recibió ocho impactos de bala de grueso calibre. El homicida lo esperó pacientemente y luego huyó en una Renault Kangoo, que fue abandonada en cercanías del puente Antártida Argentina sobre la ruta nacional 8.Una de las cámaras de seguridad mostró al sicario con las armas de fuego e iniciar la ráfaga de más de una decena de disparos calibres 11.25 y 9 milímetros.
Desde el Juzgado Federal aseguraron que Torres era investigado desde hacía dos años y que tarde o temprano se iba a determinar su detención. El asesino se anticipó a la Justicia y destapó una olla con un hedor que pondría en jaque hasta las propias fuerzas de seguridad. Tras el crimen, con el aporte de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) se allanaron 46 domicilios y fueron detenidos 11 riocuartenses por narcotráfico y lavado de activos. Además, se labró la orden de captura de otros cinco sospechosos. En el mega operativo fue secuestrada documentación, armas de fuego, 10 automóviles, 3 motocicletas y electrodomésticos por un valor millonario. También se incautaron 2,5 millones de pesos y unos 80 mil dólares.
Entre los detenidos aparecen Andrés y Mariano Rivarola, propietarios de una pollería frente a la Plaza San Martín. También está entre rejas el hijo del hombre asesinado, el supuesto guardaespaldas de Torres de apellido Bossi y “El Turco” Saliva, un sujeto conocido en el ambiente narco de la ciudad. Otro de los detenidos, era yerno del ex jefe de la Policía Federal de Río Cuarto. Se trata de Jonathan Monserrat, familiar de quien hasta diciembre de 2018 era el jefe de la Policía Federal Delegación Río Cuarto, Sergio Almerich.
Torres era considerado “un zar” de la droga en Río Cuarto. En su sitio personal de Facebook, a la par de fotos con su hijo, aparecían autos y motos lujosas y hasta comentarios de sus viajes a Europa. Estaba a la vista de todos, incluso, de la propia Justicia. Tenía varias propiedades en su poder, entre ellas un complejo de cabañas en Alpa Corral por un valor de 3 millones pesos. Además, tenía vínculos con agencias de autos que fueron allanadas y aseguraba poseer su propio local de ventas de vehículos de alta gama en Buenos Aires. Sin embargo, la sospecha de la Justicia Federal es que su enorme y febril crecimiento económico estaba ligado con la comercialización de drogas y la trata de personas a través de la prostitución. Los vínculos de Torres como proxenetas llegaban hasta España. Según publicó el diario Clarín, Torres compraba la droga a mayoristas en Capital Federal, se acopiaba en Córdoba y de allí se distribuía a otras provincias. El antecedente penal de Torres se remonta a 2014, cuando intentó cruzar a Paraguay por el puente San Roque González de la Santa Cruz, que comunica Posadas con Encarnación y fue demorado debido a una condena por “lesiones graves” por pegarle a una mujer. Había sido condenado a tres años de prisión efectiva. Como la sentencia no estaba firme no lo apresaron en el momento del veredicto y Torres se fue a España, donde aguardó la prescripción de la pena. Allí habría generado contactos para sus operaciones como proxeneta. Tomó tanta repercusión interna la fuga del acusado, que los magistrados resolvieron mantener la prisión de los condenados a pesar de que no hubiera sentencia firme.