
Decidir y convencer
Por Pablo Callejón
La postal no incorporó a especialistas epidemiológicos ni expertos sanitaristas. El cuadro mostró a un presidente solo, al aire libre, sobre un camino rodeado de árboles otoñales, enfrentado a dos grandes luminarias y una cámara sin camarógrafo. Dos banderas argentinas fueron la única irrupción en el escenario orquestado para el informe oficial. Aquel 7 de abril, el presidente Alberto Fernández anunció que la Argentina había ingresado en la segunda ola. En la breve cadena nacional ni siquiera estuvo acompañado por el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta. Mucho más atrás quedaron las conferencias en las que también eran invitados algunos mandatarios del interior argentino. Con el correr de los meses la comunicación consolidó la soberbia de los que observan al puerto como se miran su propio ombligo. Poco a poco los médicos cedieron el protagonismo público y la pulseada por explicar nuevas medidas restrictivas se impuso más en las batallas declaracionistas de los medios que en las filminas del docente de vos pausada. En un contexto pre electoral, los números de contagios y muertes parecen dirimirse sobre la mesa de las especulaciones políticas. La oposición planteó un comunicado de rechazo a las medidas de Fernández, incluso antes de conocerlas. La disputa judicial sobre la presencialidad en las escuelas revolvió en el barro de las peores mezquindades. La campaña de barricada de Mauricio Macri, Patricia Bullrich o Elisa Carrió, busca arrastrar a un sector de la población dispuesto a tocar la cacerola a cualquier costo, incluso, el de sus propias vidas. Esta semana la Argentina superó los 60 mil fallecimientos por Coronavirus y dejó de sorprendernos el anuncio de más de 20 mil casos por día. Un alto porcentaje de la población, la mayoría según las encuestas más creíbles, sigue en defensa de las decisiones que buscan evitar una mayor propagación del virus. Quienes se oponen, se resguardan en ese bastión intenso que representan los grandes grupos económicos, camuflados en la fachada de un medio de comunicación.
Los tiempos de la pandemia han cambiado. Ya nadie habla de cuarentenas estrictas y prolongadas, aunque descartarlas por completo resultaría aventurado. “¿Quién puede asegurar que no se van a aplicar?”, se preguntó el ex intendente Antonio Rins en declaraciones a Póster Central. En Europa debieron recurrir a severos confinamientos para lograr descomprimir las salas de terapia. Los reclamos por el cuidado social son efectivos mientras quedan camas disponibles. Cuando el sistema se satura la única opción posible es la urgente. Río Cuarto lo vivió en septiembre del año pasado. La decisión de recaer en un aislamiento social durante 14 días fue la respuesta ante el previsible colapso sanitario. Aquella resolución permitió amesetar la curva de contagios y comenzar una lenta salida del brote que había llevado a la ciudad a cifras récord.
En las últimas cuatro semanas, la ocupación de áreas críticas Covid pasó del 19 al 39,2 por ciento en todo Córdoba. El análisis es solo parcial. La mayoría de clínicas y sanatorios revelan un nivel mucho más alto. Las unidades de Terapia están afectadas por otras patologías graves. El secretario de Salud Marcelo Ferrario advirtió que “no es conveniente” relegar la asistencia de pacientes oncológicos, cardíacos o que han sufrido un ACV. La convivencia de toda la demanda sanitaria expone un escenario dramático. En la Clínica del Sur y el Policlínico San Lucas la ocupación es total. Se trabaja a cama caliente desde hace mucho tiempo. El impacto también recae sobre el Hospital San Antonio de Padua. La vicedirectora y titular del COE, Valeria Alaniz, precisó que la accidentología suma un fuerte factor de demanda en las áreas de urgencia. “El sistema sanitario está desbordado en el sector COVID”, señaló la funcionaria.
El gobernador Juan Schiaretti insistirá con la estrategia de medidas consensuadas con los intendentes, en una escala “de menor a mayor”. El objetivo será “defender el sistema productivo y tratar de garantizar el esquema mixto de presencialidad y virtualidad en las escuelas”. Las definiciones se anunciarían después del 30 de abril, cuando el gobierno nacional anuncie nuevas restricciones para enfrentar la ola de contagios. En Río Cuarto, el intendente Juan Manuel Llamosas ordenó una serie de reuniones con diferentes sectores para exigir “el cumplimiento estricto de los protocolos”, pero evitará tomar decisiones por fuera del mandato del Centro Cívico provincial. En las últimas dos semanas se duplicó el número de casos en Río Cuarto. El brote se habría amesetado, aunque el piso se sostiene demasiado alto.
El desgaste en el humor social impacta sobre las encuestas que manejan los funcionarios. Llamosas lo sabe. En marzo del año pasado se preparaba para una victoria aplastante sobre Juntos por Río Cuarto y ocho meses después, la reelección expuso las consecuencias de la pandemia sobre el electorado. El avance de las restricciones implicará más presión sobre las arcas del Estado. Como ocurre con las políticas sanitarias, en la segunda ola no siempre habrá medidas generalizadas. El esquema de asistencia focalizada se advirtió en el aporte de 15 mil pesos que recayó únicamente en beneficiarios de asignaciones sociales que residen en el AMBA y La Plata.
El plan de vacunación en Río Cuarto alcanzó a la totalidad de los geriátricos y al 90 por ciento de personas mayores de 70 años. El objetivo es priorizar la inmunización de quienes superaron los 60 para reducir el riesgo de casos graves. En el país, según los últimos datos del Ministerio de Salud, se encuentran vacunados el 41 por ciento de la población entre 60 y 69 años, el 77 por ciento de los que tienen en 70 y 79 y el 72 por ciento de los de mayores 80, con al menos una dosis.
Sin embargo, la pandemia empieza a revelar datos preocupantes. Las terapias comenzaron a recibir pacientes jóvenes que el año pasado habían superado la enfermedad sin la necesidad de acudir a un respirador. Un estudio de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), del que participaron 163 UTI’s de todo el país, precisó que la edad promedio de los internados fue de 53 años, con un alza de la demanda entre 40 y 45 años. De todos modos, las estadísticas aún muestran un fuerte retraso en las actualizaciones. El bioinformático de la Universidad Nacional de Córdoba, Rodrigo Quiroga, admitió que es difícil sacar conclusiones. “Los datos que hay sobre internaciones son muy malos, se reporta un porcentaje pequeño. Con más de 60.000 fallecidos en la base de datos del Ministerio de Salud de la Nación, hay unas 17.000 internaciones; se registra menos de un cuarto o un sexto de las reales”, destacó.
Río Cuarto ya forma parte del grupo de departamentos en rojo por su alto riesgo epidemiológico. Para alcanzar el preocupante status, el Ministerio tiene en cuenta el número de contagios confirmados en las últimas 2 semanas cada 100 mil habitantes y el cociente entre el total de positivos confirmados en 14 días y el de las dos semanas previas. En otra etapa, la evaluación hubiera impactado en medidas de restricción. Esta vez, la decisión de “ir de a poco” desnuda un escenario diferente. Por ahora, las acciones apuntan a la conflictividad de la noche, en la que se multiplican las fiestas ilegales y encuentros de rebeldía social, como las picadas de motos. La semana concluyó con la puesta en escena de decenas de efectivos policiales y móviles, en la presentación del secuestro de 58 motos presuntamente vinculadas a las hordas que incrementan el riesgo vial y sanitario. Fue la primera respuesta ante el malestar por los controles a la noche visible, mientras ganan lugar los eventos clandestinos. “En estas fiestas tienen gastronomía, luces, música, alcohol, no pagan impuestos y permiten la presencia de menores, mientras a nosotros nos exigen que cerremos a las 12”, reclamaron desde la asociación que reúne a propietarios de hoteles, restaurantes y bares riocuartenses. El anticipo de un debate que no solo exige políticas efectivas, sino también convincentes.
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