Con amplia participación, residentes bolivianos votaron en Río Cuarto por las presidenciales

Con amplia participación, residentes bolivianos participaron en Río Cuarto de la elección presidencial. Fue habilitada una mesa en la escuela Leopoldo Lugones, en la que podía votar un padrón de 296 personas.
Río Cuarto integra el distrito electoral Córdoba, Villa Dolores, Villa María y Chilecito, con   5055 empadronados.
El proceso se cumplió con un estricto protocolo sanitario y se dividió la votación en dos etapas, según terminación de DNI.

Hoy se realizaron las elecciones generales de Bolivia de 2020 para elegir presidente, vicepresidente, senadores y diputados en Bolivia. De acuerdo al Tribunal Supremo Electoral boliviano, los ciudadanos residentes en el extranjero pudieron ejercer su derecho al voto en los 30 países donde la nación tiene representación diplomática. 

Carlos Mesa

Carlos Mesa, el periodista y político que no pudo mantenerse en el gobierno en Bolivia por más de dos años, hoy tiene una nueva posibilidad de llegar a la presidencia como “cabeza de playa” del bloque de derecha que pretende impedir la vuelta al poder del Movimiento Al Socialismo (MAS) del depuesto presidente Evo Morales.

Con 67 años, historiador, escritor y periodista, Mesa fue elegido en 2002 como vicepresidente en la fórmula que lideró el empresario Gonzalo Sánchez de Lozada, y llegó a la presidencia cuando en octubre de 2003 el mandatario huyó a Miami para no dar respuesta sobre los más de 70 muertos y cientos de heridos que dejó una gran represión militar en medio de una ola de protestas sociales, conocida como la Guerra del Gas.

Sin embargo, dos años después de asumir -más específicamente, 20 meses después-, Mesa dejó el poder tras las movilizaciones indígenas a favor de la nacionalización de los hidrocarburos, que devinieron en la convocatoria de elecciones en las que triunfó Morales.

Pasados 15 años desde que renunció, cercado por protestas sociales y con prácticamente todos los partidos políticos de ese momento en su contra y arrastrando el hecho de haber sido el vicepresidente de la represión de 2003, ahora quiere una segunda oportunidad.

En 2018 decidió ser candidato por el Frente Revolucionario de Izquierda, integrado luego en la alianza Comunidad Ciudadana (CC).

Tras quedar segundo en las elecciones de octubre del año pasado, colaboró en fomentar las sospechas sobre la legitimidad de los comicios en los que en principio Morales alcanzaba la reelección, lo que derivó en el golpe de Estado.

Al día siguiente de la elección continuó alimentando la sospecha de “manipulación” y, antes de que el recuento estuviese completo, exigió una segunda vuelta.

Mesa aseguró que “cualquier resultado que dé por ganador a Evo Morales en primera vuelta es producto de un fraude”.

Meses después, una auditoría académica independiente hecha en Estados Unidos confirmó que no había habido fraude y que Morales había logrado la mayoría de votos suficientes como para salir ganador sin necesidad de un balotaje.

Morales renunció a su cargo el 10 de noviembre pasado, acorralado por movilizaciones ciudadanas y políticas, algunas de ellas convocadas por el propio Mesa, un motín policial y la sugerencia de renuncia planteada por las Fuerzas Armadas.

La crisis tenía el mismo origen que los reclamos del hoy candidato presidencial por la CC: las “graves irregularidades” halladas por una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la realización y el escrutinio de las elecciones generales.

Dos días después, la entonces senadora Jeanine Áñez se proclamó sucesora en sendas sesiones sin quorum ni asistencia de la bancada del MAS en la Cámara de Senadores, primero, y la Asamblea Legislativa, después.

Mesa no repudió el golpe de Estado de noviembre. Sin embargo, recordó la interrupción del sistema democrático en enero de este año, cuando la presidenta de facto presentó su candidatura presidencial.

“La tesis del golpe de Estado se basa en la idea de que quien lo dio usa la sucesión constitucional como una excusa para hacer realidad su verdadera intención: apropiarse del gobierno en el largo plazo como quien se apropia de un botín”, escribió a fines de enero en un texto llamado “Una decisión equivocada”.

Nacido en La Paz el 12 de agosto de 1953, bajo el nombre de Carlos Diego de Mesa Gisbert, sus padres fueron José de Mesa y Teresa Gisbert, ambos reconocidos arquitectos e historiadores y, por ende, miembro de una clase elevada que sobresalía en un país aquejado por índices de pobreza estructural.

Mesa vivió y estudió en España y tiene una sólida formación intelectual, que mostró en diversos libros y documentales en los que aplicó sus aptitudes como periodista, historiador y cineasta y cosechó premios internacionales.

Luis Camacho

Luis Fernando Camacho Vaca, un empresario de 41 años y uno de los principales impulsores del golpe de Estado perpetrado el año pasado contra el entonces presidente Evo Morales cuando estaba al mando del Comité Cívico de Santa Cruz, busca ahora llegar al poder a través del voto.

Camacho no se presentó a las elecciones del 20 de octubre de 2019, que terminaron en denuncias de fraude en contra de Evo Morales, pero logró ingresar al Palacio Quemado, sede de Gobierno en La Paz, y colocó una biblia sobre la bandera boliviana minutos antes del anuncio de la renuncia del presidente.

Las elecciones del año pasado fueron tachadas de fraudulentas por la oposición boliviana -con el aval de la Organización de Estados Americanos (OEA) de Luis Almagro- que impulsó levantamientos sociales, de la policía y de las Fuerzas Armadas que derivaron en la renuncia forzada de Morales y el golpe de Estado en noviembre de ese mismo año.

No obstante, tiempo después, una auditoría académica independiente determinó que las elecciones del 20 de octubre de 2019, que habían dado por ganador a Morales en primera vuelta, eran válidas.

Durante los levantamientos sociales de las elecciones pasadas, los seguidores de Camacho prendieron fuego el edificio del Tribunal Electoral Departamental y dispararon con armas de fuego a manifestantes del Movimiento al Socialismo (MAS) en Santa Cruz.

Los actos de violencia nunca fueron repudiados por el dirigente -conocido popularmente como “el macho Camacho”-, quien se negó a pedir moderación.

Hasta octubre del año pasado Camacho era prácticamente desconocido por la mayoría de los bolivianos, pero gestos como el intempestivo ingreso a la sede de Gobierno para reclamar la renuncia del presidente con la biblia en mano y su constante mención del “poder de Dios” no pasaron desapercibidos y, en medio de una enorme crisis política, fue llamado el “Bolsonaro boliviano”, en referencia al mandatario de Brasil y sus discursos de carácter religioso.

Camacho es un político proveniente de la élite empresarial que dice no hacer política. Conservador y mesiánico, cada vez que se dirige a las multitudes que lo apoyan, reza una “oración al Todopoderoso”.

Desde sus 23 años milita en organizaciones civiles de derecha en su Santa Cruz natal, el principal bastión opositor al MAS de Luis Arce y Morales.

Hace cinco años asumió la presidencia en el Comité Cívico Pro Santa Cruz, un camino que heredó de su padre, quien ocupó el mismo cargo entre 1981 y 1983, y que desde la asunción de Morales, en 2006, fue uno de sus más férreos opositores.

Camacho nunca se presentó a un cargo electivo ni se encolumnó detrás de un partido político.

Fue presidente del Comité Cívico de Santa Cruz hasta noviembre pasado, cuando renunció para postularse a la presidencia de facto de Bolivia, cargo que finalmente ocupó Jeanine Áñez.

De joven, como otros hijos de familias acomodadas del departamento más rico del país, se unió a la Unión Juvenil Cruceñista, una organización civil calificada como “una especie de grupo paramilitar” por la Federación Internacional por los Derechos Humanos.

Su imagen no se vio afectada cuando la Comisión Especial de Investigación de la Asamblea Legislativa Plurinacional creada para investigar el escándalo de los Panamá Papers lo identificó como uno de los ciudadanos que participó de la evasión fiscal que permitió este sistema de empresas offshore en paraísos fiscales.

En su faceta pública, Camacho habla cono un líder mesiánico, siempre acompañado por su biblia y sus referencias a Dios; la religión y el destino del pueblo boliviano son constantes.

Luis Arce

El exministro de Economía, Luis Arce Catacora, candidato a la presidencia de Bolivia por el Movimiento al Socialismo (MAS) en las elecciones, es un político paceño de relevante participación en los gobiernos del depuesto presidente Evo Morales, y llega a la contienda electoral liderando con comodidad las encuestas del país andino.

Arce acompañó a Morales desde su llegada a la presidencia y ocupó el Ministerio de Hacienda en 2006, y en 2009 fue designado a cargo de la cartera de Economía y Finanzas Públicas hasta 2017, año en el que debió dejar temporalmente el cargo por problemas de salud, para retomar la función en 2019.

Su candidatura es resistida por los sectores conservadores que ven en él al continuador de la obra de Evo Morales, quien fue obligado a renunciar tras una rebelión militar en noviembre de 2019, por lo que debió enfrentar impugnaciones de las otras alianzas electorales.

Arce, académico respetado internacionalmente que puso los fundamentos teóricos al “Modelo económico, social, comunitario y productivo”, es reconocido en Bolivia como la cabeza y principal impulsor de ese modelo que hizo exitoso al Gobierno de Morales.

Nació el 28 de septiembre de 1963 en La Paz y egresó de la secundaria en 1980, para anotarse en el Instituto de Educación Bancaria, donde se graduó como contador en 1984.

Entre 1986 y 1992 estudió en la Facultad de Economía de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), de donde egresó como licenciado en Economía.

Sus estudios continuaron luego en el exterior, con un magister en Ciencias Económicas en la Universidad de Warwick en Coventry, Reino Unido, perfil académico que se complementa con su labor de catedrático en varias universidades públicas y privadas de Bolivia como la propia UMSA, la Universidad Católica Boliviana, la Universidad del Valle, la Universidad Franz Tamayo y la Universidad Loyola, entre otras.

Durante años mantuvo una intensa actividad como conferencista en universidades del Reino Unido, Estados Unidos y América Latina que también le otorgaron títulos de doctor Honoris Causa.

Trabajó en el Banco Central de Bolivia, donde ingresó en 1987 y se mantuvo en cargos funcionales hasta 2006, cuando fue convocado por Morales (2006-2019) para hacerse cargo del Ministerio de Economía y Finanzas.

Como el propio Arce explicaba en una publicación del Ministerio de Economía boliviano en 2011, este modelo apuntaba a “sentar las bases para la transición hacia el nuevo modo de producción socialista”. De esta forma, procuraba modificar la forma en la que se generaban y distribuían los excedentes económicos generados por la sociedad boliviana.

Hábil orador que despliega sólidos argumentos, Arce pudo sacar ventaja de estas características en el debate mantenido el pasado 4 de octubre, donde aseguró que un eventual Gobierno suyo no pagará por dos años la deuda externa, mientras sus oponentes Carlos Mesa, del Comunidad Ciudadana (CC) y Luis Fernando Camacho, de la Alianza Creemos, se centraron en criticar los gobiernos de Morales.

Bolivia enfrentó este 2020 su peor año económico en varias décadas.

La pandemia de coronavirus provocó una ola de despidos y el cierre de empresas y el Banco Mundial pronosticó una caída del seis por ciento del PBI durante el 2020 en el país andino.

Arce buscará generar un nueva fase de industrialización basada en la sustitución de importaciones, dijo en el debate.

El economista aventaja a sus contrincantes, según los últimos sondeos y hasta podría ganar la elección en primera vuelta, de obtener el 50% más uno de los votos, o un mínimo del 40% y una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales respecto del segundo aspirante.

Desde el año pasado, como una réplica de los colonos españoles de finales del siglo XV, Camacho promete “llevar a Dios de vuelta al Palacio Quemado”, la sede presidencial.