Reunión de trabajadores con la conducción del Hospital: “Sin el personal de salud, el respirador no alcanza”

Trabajadores del área Covid se reúnen hoy con el director del Hospital, Carlos Pepe, tras la protesta que realizaron la semana pasada por falta de personal e insumos.
“El valor está en el personal. Los pacientes van a tener un respirador pero se van a morar igual sino hay alguien que los cuide”, advirtió Adrián Rocha en diálogo con Telediario Primera edición.

“Video de campaña”

“Parece un video de campaña política, con mucho slogan.  Espero que no haya una política partidaria detrás porque sería muy poco digno por parte de quienes reclamaban”, afirmó Julieta Paglialunga, secretaria general del Sindicato de Empleados Públicos, tras la protesta de las y los trabajadores del área de Terapia Covid del Nuevo Hospital.
En diálogo con Póster Central, Paglialunga sostuvo que “los y las compañeras tienen todo el derecho de manifestarse y los felicito por hacerlo”, sin embargo, lanzó: “La lucha por reclamo salarial no es pandémica. Hoy se visibiliza mucho más y la ciudadanía tiene el conocimiento de que el sistema de salud está desbordado. Venimos pidiendo por los salarios viene desde hace mucho y nos hubiese gustado que esta gente que hizo un video que tiene un slogan político se hubiera planteado antes”
“Parece un video de campaña política, con mucho slogan.  Espero que no haya una política partidaria detrás porque sería muy poco digno por parte de quienes reclamaban. Hoy cualquiera puede subir un video, acusar y viralizar eso”, expresó.
Paglialunga dijo que fue convocada “por una compañera de la Terapia, quien explicó que los barbijos que suministraba el ministerio no eran de la calidad necesaria”.
“Hablé con el sector epidemiología y debo reconocer que los barbijos no son de la calidad. Se compraron dos cajas de mayor calidad a través de los gremios y se hizo la donación para el sector de terapia”, sostuvo.
La sindicalista manifestó que “tenemos entendido que todo el personal de Salud en la Provincia utiliza los mismos insumos que en Río Cuarto”
“El déficit de salud lleva mucho tiempo. Se trabajó durante la urgencia y nos desbordó la realidad provincial. Esto nos debe dejar la enseñanza para que tengamos políticas de salud estables y eficientes”, opinó.
Finalmente, la titular del SEP consideró que “el gremio está dispuesto al diálogo y si somos convocados vamos a participar de la reunión del martes de los autoconvocados con el directorio del Hospital”   

El silencio no es salud

Por Pablo Callejón Periodista

La pandemia los evidenció agotados, sobrecargados, indispensables, pero debajo de la línea de pobreza. La esencialidad de sus tareas reveló la magnitud de la crisis laboral en la que están inmersos. No pidieron aplausos, ni ser vistos como héroes. Los trabajadores de la Salud quedaron expuestos a las debilidades estructurales de la lucha contra la pandemia. Dejaron todo lo que fuera posible, incluso sus vidas, para batallar contra el virus y la negligencia social. A cambio recibieron la realidad de un sistema que debió funcionar en muchos casos al borde del colapso, mientras las penas del bolsillo se anticiparon antes de fin de mes. No fueron escuchados ni escuchadas, hasta que sus tareas se convirtieron en la esencia de una lucha desigual. El silencio, nunca fue salud para ellos.

Según datos de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad, en el sur provincial hay 1.700 afiliados y afiliadas. Del total, un millar se desempeña en Río Cuarto. Se trata de enfermeros y enfermeras, mucamas, administrativas, auxiliares, radiólogos y radiólogas, cocineras, licenciados y licenciadas en kinesiología, obstetras, entre otros rubros. En su mayoría debieron aumentar las horas de trabajo para poder subsistir con salarios que desde hace años están al filo o por debajo de la línea de pobreza. El 75 por ciento son mujeres y jefas de hogar. El sueldo promedio para las afiliadas de ATSA es de 45 mil pesos, aunque el monto para el cargo inicial es de solo 40 mil pesos. La cifra puede elevarse por ítems como antigüedad, recargo de pacientes y adicionales por noche. El fuerte cambio generacional en los últimos años no logró disimular las ausencias. Desde el sindicato estiman que faltan unas 100 mil enfermeras en todo el país. En Río Cuarto, la demanda es incesante. La ampliación de las empresas de salud y la conversión de la ciudad en un centro de recepción de pacientes de mediana y alta complejidad de toda la región, desnudó la necesidad de sumar personal especializado. Las clínicas y sanatorios volvieron a estar al día con el pago de haberes, beneficiados por los ATP que envía el gobierno nacional. Algunas instituciones revelan, sin embargo, un esquema financiero escuálido que pone en riesgo su viabilidad.

“La mayoría de las enfermeras y camilleros tienen dos trabajos para poder sobrevivir. Terminan cansados física y emocionalmente, más aún en tiempos de pandemia. Pedimos por más calidad de vida y menos horas de tareas, pero el dinero no es suficiente”, admitió la secretaria general del gremio en Río Cuarto, Cristina Fernández. El bono de 5 mil pesos para todo el personal de salud y las paritarias en medio de la crisis por el Coronavirus fueron un alivio en medio de un atraso histórico. En el Estado la realidad es muy diversa. Desde ATSA afirman que sus afiliados y afiliadas en la Fundación Social y la Maternidad Kowalk reciben “los mismos beneficios que en el sector privado”. Sin embargo, debieron asumir responsabilidades extras, como hisopados en centros de recepción, refuerzos en los barrios y hasta controles en las rutas. La situación es diferente en los dispensarios, donde los gremios cuestionan las condiciones por “locaciones de servicios y contratos precarios”. Para enero del 2021, se espera que el haber de una enfermera de cirugía pueda rondar los 50 mil pesos y una trabajadora de piso supere los 44 mil pesos. En el caso de los camilleros, el sueldo promedio mensual sería de 37 mil pesos. Son esenciales, pero pobres. O casi.

En el sector público provincial, la desigualdad es una señal de alerta que la pandemia no pudo ocultar. Los gremios lograron reconvertir los ingresos como becarios de 35 enfermeros y enfermeras en contratos que intentan asemejar los beneficios de planta. Quienes ingresaron habían observado con recelo la opción de becas que los exponían a una marcada desigualdad con el resto: el sueldo apenas rozaba los 28 mil pesos. El contrato eleva el ingreso a 35 mil pesos, con un aporte extra en el caso de las licenciadas y licenciados en enfermería. Sobre ese monto total, se deben descontar los aportes al APROSS y la Caja de Jubilaciones. El resultado es un salario empobrecido que expone a las y los trabajadores a incorporar horas extras y empleos adicionales para sobrevivir en la economía de sus hogares. En general, enfermeras y camilleros se desempeñan hasta 12 horas para mejorar sus haberes y reemplazar la falta de personal por el impacto de la pandemia. En el caso de quienes actúan en las áreas Covid, la tarea puede resultar agotadora durante 5 días y luego, quedan inmersos en lo que se denomina el periodo “espejo”. Son 14 días de aislamiento para cumplir con el protocolo contra la enfermedad.
La fragilidad salarial es desoladora en el caso de los camilleros. El Hospital contaba con cinco antes de la pandemia y sumó otros tres, en los últimos meses. En promedio cobran 25 mil pesos. Los haberes de las y los trabajadores son la primera evidencia de la endeblez del sistema sanitario. La Canasta Básica Total (CBT) registró en agosto último un aumento de 2,1% respecto al mes anterior, por lo que una familia tipo necesitó ingresos por $45.478 para no ser pobre. Sin una recarga en las horas o dos empleos, pocos empleados de hospitales y clínicas lograrían superar la barrera que reveló el Indec.

El Sindicato de Empleados Públicos reveló que en febrero ingresaron al Hospital 7 enfermeras. Otras 17 se incorporaron en abril, en medio de la cuarentena, y hubo 10 nuevos contratos en agosto. El nosocomio sumó, además, 25 especialistas médicos, 3 técnicos en laboratorio, 3 bioquímicas y una licenciada en bio imágenes. El principal centro de mediana y alta complejidad para una amplia zona del centro del país cuenta actualmente con 695 agentes. Del total, hay 230 profesionales médicos, 200 enfermeras, 80 empleados en administración y 185 en profesiones y actividades de psicopedagogía, instrumentista, nutrición, psicología, farmacia, fonoaudiología y laboratorio. Los números también incluyen a choferes, personal de mantenimiento, camilleros y hasta un sacerdote.

El impacto del Coronavirus en los y las referentes de la salud fue alto. Hubo casos graves y contagios masivos que derivaron en el cierre de alas sanitarias en el sector privado. También impactaron en la cobertura diaria de los espacios públicos. Las muertes de los doctores Roberto Angelino y de Anuar Faiad conmovieron a comunidades enteras que perdieron a referentes reconocidos y valorados. Mientras las estadísticas revelaron la incorporación de respiradores y camas para los enfermos, el tiempo evidenció la imposibilidad de sustituir a profesionales de piso y terapistas. Los médicos de guardia debieron aumentar su presencia en los nosocomios y los de planta olvidaron las horas del régimen laboral.

En Río Cuarto, el intendente Juan Manuel Llamosas resolvió modificar en la coyuntura el funcionamiento por secretarías para adecuarlas en áreas. Las urgencias por la pandemia impactaron fuertemente en lo social y exigieron una integración de políticas con resoluciones del COE y el gobierno nacional. En la Provincia, el ajuste en el sistema sanitario encontró un freno por el arribo del virus. La emergencia obligó al gobernador Juan Schiaretti a anunciar la inyección de 3 mil 500 millones de pesos y lanzar el llamado de convocatoria para 700 profesionales de la salud. Según el presupuesto cordobés del año pasado, se invirtieron en salud 19.836,4 millones de pesos, un 7,8 por ciento del total de recursos. Fue el porcentaje más bajo en la última década y el desenlace de una progresiva reducción en el área. En 2018 la inversión en salud equivalió a 8,1 por ciento del gasto, en 2017 había sido de 8,5 por ciento y en 2016, de 9,3 por ciento. El Gobierno debió también revertir la caída del número en el personal de salud y elevarlo a más de 12 mil agentes por la emergencia.

Desde la Nación aseguraron que la inversión pública para enfrentar la pandemia alcanzó los 2 billones de pesos en los primeros 120 días de cuarentena. El monto representa más de 7 puntos porcentuales del Producto Bruto Interno. Al gasto público, el Estado sumó incentivos por mayor liquides en el sistema financiero. Las cifras incluyen el desarrollo de hospitales, la compra de insumos, fondos solidarios para obras sociales, refuerzos de partidas para las provincias, programas de emergencia para la preservación de empleos, aumentos de subsidios para trabajadores formales e informales, la reducción de cargas patronales, recursos para la asistencia alimentaria y fondos para la subsistencia de pymes. Los intentos por revertir durante la pandemia la degradación estructural del sistema sanitario actuaron como un paliativo en la urgencia y anticipan la necesidad de un cambio de políticas que trasciendan el esquema de pandemia. El virus colaboró en visibilizar y agudizar los problemas que ya existían. Y los trabajadores no quieren que la salud siga inmersa en el silencio.