Se reparte la herencia de los Manubens: Los hermanos riocuartenses aún esperan el milagro

Hace 9 años, nadie podía creerlo, nadie pareció creerles. Dos hermanos inmersos en una vida de urgencias aseguraban ser sucesores del hacendado Juan Manubens Calvet. Un examen de ADN finalmente confirmó la versión y pasaron a formar parte de la herencia maldita, la más disputada en la historia judicial del país. Mientras la Justicia anticipa un acuerdo entre todas las partes, Juan Carlos y su hermana esperan conocer si podrán recibir su parte.
Los hermanos riocuartenses son sobrinos nietos del hacendado. Según indicó el análisis genético, los herederos son en un 99,99 por ciento nietos de Juan Carlos Manubens Calvet y esperan ser parte de los 500 millones de dólares en disputa.
El Ceprocor concluyó las pericias de ADN sobre Brigida Guzmán -abuela de los riocuartenses que disputan por la herencia- y Alicia Molina – la madre-.
Brigida fue pareja de Juan Carlos Manubens Calvet y ambos tuvieron un hijo al que llamaron Angel Guzmán, el padre de Juan Carlos y Gladys.

Historia sin fin

La herencia que le prometieron se multiplica en una dimensión desconocida y en manos de otros. La plata que imaginó apilada o en grandes maletines, permanece bajo la tutela judicial, como desde hace 40 años. Juan Carlos Guzmán, es un millonario sin dinero y el tiempo solo le ha permitido acumular lamentos.
El 14 de abril del 2011, el ADN demostró que los hermanos Guzmán decían la verdad. Juan Carlos y Gladys llevan sangre Manubens Calvet en sus venas y ahora esperan que los años de pobreza dejan lugar rápidamente a un sueño de monedas de oro.
«Hay mucha gente que tiene intereses. Están las empresas, los herederos, los de la Justicia… hay mucha gente… Están frenando todo esto», había asegurado Juan Carlos en una entrevista a Telediario pocos meses después de la confirmación sobre su parentesco con Manubens Calvet.

El acuerdo

Juan Feliciano nació en Villa Dolores el 20 de octubre de 1904. Dicen que decidió ser rico a los 14 años. Poco se sabe de su vida, pero acaso con dinero de su familia se lanzó a la aventura –no siempre exitosa– de comprar tierras. No mucho más allá de sus 25 años era ya “un fuerte productor agropecuario de la ciudad de Villa Dolores”, como es posible leer en un diario local de la época.


La lista de supuestos herederos que aparecieron todos estos años roza el realismo mágico. Hasta hace poco, según el Tribunal que lleva la causa, había casi 60 familiares o pseudofamiliares de Manubens Calvet, de cinco provincias, proclamando su derecho a cobrar la herencia.
Según informó el diario La Voz en base a la tasación hecha en 2017 y a los distintos involucrados en la causa judicial, la herencia se dividió en tres partes luego de un acuerdo por unanimidad entre todos los herederos tras 150 audiencias en los últimos dos años. En su gran mayoría, los bienes son propiedades rurales y urbanas y el 40% del patrimonio se destinó para pagar a los acreedores.
Este gran porcentaje se explica en los costos y gastos acumulados a lo largo de cuatro décadas. Abogados de la sucesión, la Caja de Abogados, la tasa de Justicia para el Poder Judicial cordobés, peritos, inventariadores y organismos estatales como la Administración Federal de Ingresos Públicos son los destinatarios de 90 millones de dólares.
La segunda parte, aproximadamente el 35% del patrimonio, es lo único que les quedará a los herederos familiares más conocidos. Se trata de los descendientes de las cinco ramas familiares correspondientes a los cinco hermanos que tuvo Manubens Calvet.
Son aproximadamente 79 millones de dólares, que se repartirán entre los cinco grupos integrados por la gran cantidad de familiares que descienden de aquellos cinco hermanos.
En este entramado hay manos negras. Un 28,6% del total de los derechos sucesorios de estos parientes fue comprado por un grupo de misteriosas empresas offshore, que no fueron individualizados por la Justicia. Por lo tanto, los familiares recibirían 56,4 millones de dólares y el resto, 22,6 millones de dólares, iría a estas firmas que no tienen ni nombre, ni dirección ni actividad alguna.