¿El “Comisionado” que viene?

Por Osvaldo Da Costa – Docente de la UNRC, Abogado, ex concejal

Artículo 193: Acefalía
En caso de acefalía total de los Municipios, la Legislatura, con los dos tercios de sus votos, declara la intervención, por un plazo no mayor de noventa días, y autoriza al Poder Ejecutivo Provincial a designar un comisionado para que convoque a nuevas elecciones para completar el período.
El Comisionado sólo tiene facultades para garantizar el funcionamiento de los servicios públicos.

El proceso electoral para la designación de las autoridades municipales en la ciudad de la Concepción del Río Cuarto se rige básicamente por lo establecido por la Carta Orgánica sancionada en 1996.
Si algo no está previsto en ella, supletoriamente se puede utilizar la Ley Orgánica Municipal, la cual rige el destino de todas aquellas localidades cordobesas que no están facultadas para dictar su propia “constitución”.
De cualquier manera, ni la COM ni la LOM pueden contradecir en lo más mínimo a las normas fundamentales y jerárquicamente superiores: las Constituciones de la Nación y de la provincia.
Ambas establecen que los mandatos de todos los funcionarios electos finalizan indefectiblemente el día en el que se cumple el período para el cual fueron electos. Es una verdad de Perogrullo que bajo la normativa vigente no admite ninguna discusión. Al menos, no hemos escuchado ni leído hasta el momento ninguna opinión en contrario respecto de cuál debe ser la interpretación taxativa de la propia Constitución provincial.
Parafraseando a Cristina Fernández de Kirchner en su alocución en la Plaza de Mayo el 9 de diciembre de 2015, el próximo 2 de julio todas las autoridades electivas municipales (intendente, los 19 concejales y los 4 tribunos de cuentas) se transformarán en calabaza.
Es cierto que, al efectuar el primer anuncio de la postergación de las elecciones municipales previstas para el 29 de marzo, Juan Manuel Llamosas citó una figura no prevista en el ordenamiento jurídico vigente: la prórroga de su mandato. En realidad, el jefe comunal se hizo eco de una propuesta formulada por otro candidato a jefe comunal, Eduardo Scoppa. Si uno apela a una figura retórica a través de la cual pueda describir la acción política y, simultáneamente, reconocer las habilidades futbolísticas de ambos dirigentes, está claro que el sucesor de Mójica aprovechó con maestría el inmejorable centro que desde el sector del radicalismo “rebelde” le envió su ¿adversario? político.
Pero, está claro, la “prórroga del mandato” está “off-side”, está fuera de juego. Y no hay ni necesidades ni urgencias ni conveniencias políticas que nos obliguen a pedirle al imaginario árbitro que convalide la jugada. Puede que sean muy pocos quienes adviertan el peligro, pero éste existe: convalidar la jugada abriría las puertas a la violación permanente y sistemática de las reglas de juego. Ser autotolerantes frente a la norma común no suele ser un buen indicio para lo que nos espera en el futuro.
¿Hay argumentos para refutar el planteo constitucional?. Si, pero muy endebles. Alguien recordó que el mandato de Alberto Cantero Gutiérrez se extendió por más de cuatro años y medio. Pero la decisión de que el mandato del intendente electo en 1999 se extendiera de manera tal que ninguna elección municipal coincidiera temporalmente con los comicios para elegir autoridades nacionales y provinciales, fue tomada por la ciudadanía a través del referéndum que se llevó a cabo simultáneamente con la elección del jefe comunal. No solo no hubo “prórroga” de mandato: desde el minuto 1, el ex rector de la Universidad Nacional sabía cuando finalizaba su gestión. Y, de hecho, Cantero dejó el gobierno en julio de 2004.
Otra alternativa que se planteó públicamente es que el Superior Tribunal de Justica avale la continuidad del actual jefe comunal. Sería una impertinencia. Y, si se nos permite, una rareza: los jueces, por más compromiso político que tengan, prefieren estar lejos de este tipo de batalla en la que está en juego, nada menos, el destino de la segunda ciudad de la provincia.
Lo saben, por ejemplo, las autoridades de la propia Universidad Nacional. Allí, durante la segunda semana de abril, se deben elegir los nuevos decanos de las cinco facultades. Su mandato finaliza a fines del mes próximo. Si bien el proceso apunta a que en la mayoría de las unidades académicas se presente una lista única, convocar a la votación sin que antes se levanten las restricciones que el coronavirus impone no es para nada conveniente. Tampoco lo sería pedirle a la Justicia Federal que resuelva el problema (los actuales decanos finalizan su mandato a fines de abril): desde hace décadas los jueces locales competentes han interpretado que todas estas cuestiones “políticas” debe resolverla la Universidad en el marco de su proclamada autonomía.
Volvamos al municipio: si la “prórroga del mandato no implica una opción jurídicamente válida ¿hay algún impedimento para que Llamosas sea elegido comisionado como lo señala el artículo citado al comienzo de esta nota?. Ninguno. Es más, sin entrar en consideraciones político/partidarias, no tendría ningún sentido que el gobernador Juan Schiaretti designare a otra persona para cumplir con la tarea de asegurar la prestación de servicios y entregar el mando al intendente electo no más allá del 2 de octubre.
En otras palabras, Llamosas podría seguir al frente del Ejecutivo municipal, sin contar con el Concejo Deliberante ni el Tribunal de Cuentas (lo cual no significa que pueda actuar con absoluta independencia. El comisionado responde ante la provincia y ante el municipio como cualquier jefe comunal).
No sería “intendente” pero su tarea no diferiría de la que actualmente lleva a cabo. Tampoco tendría que modificar o reducir su gabinete. Está claro que, como comisionado, debería abstenerse durante esos 90 días de tomar decisiones que comprometan el destino del municipio o establecer normativas que alteren de manera significativa el devenir diario de los riocuartenses. El único inconveniente radicaría en la imposibilidad de tomarse licencia para participar de la campaña. Una minucia si se tiene en cuenta que tampoco frente a los comicios previstos para el 29 de marzo , Llamosas desatendió el rol para el cual fue electo.
Lo concreto es que si a Llamosas se lo designa como comisionado, será un nuevo eslabón de una paradoja política: desde la recuperación de la democracia, los dos únicos jefes comunales peronistas que avaló con su voto la ciudadanía de Río Cuarto habrán permanecido al frente del DEM más de los cuatro años previstos. Los dos presidentes de la Nación que en el mismo período también gobernaron más tiempo del que la propia Constitución Nacional les concedía surgieron también del justicialismo: Carlos Menem en el 89 y Néstor Kirchner en 2003 debieron asumir antes de lo previsto por las normas. No se “prorrogaron” sus mandatos. Se iniciaron anticipadamente.
La última consulta es si se debe convocar a un nuevo proceso electoral o estamos ante el mismo que ya fijó alianzas y candidatos. Aquí seguramente predominará el interés político. Pero una lectura literal de lo establecido por las normas vigentes no deja margen de duda: hay que recorrer todo el camino como si nada hubiera pasado. Es decir, el cronograma electoral para las elecciones de ¿septiembre? debería incluir la fecha de presentación de las nuevas alianzas (no necesariamente las que se constituyeron para marzo) y la de presentación de las nuevas listas de candidatos. Es obvio que ello puede representar un nuevo dolor de cabeza, no sólo para el oficialismo. Pero también una oportunidad de corregir errores que, en mayor o menor medida, cada fuerza cometió a lo largo de este proceso ahora interrumpido: candidaturas que no “prendieron”, postulantes que restaron más de lo que sumaron, acuerdos condicionados que fueron mal recibidos por los simpatizantes de unos y otros podrán corregirse para septiembre aunque, claro, a riesgo de cometer nuevos errores.
Pretender que las nóminas queden petrificadas es desconocer que la política, cual montaña rusa, plantea un escenario siempre móvil. Igual, un escenario justo como para que algún(alguna/algune) escritor/a/e local se atreva a describir lo que suceda con “La política en los tiempos del coronavirus”. No necesitará 50 años ni describir los amores y los humores de la bella Cartagena. Pero material para inspirarse en lo que suceda en los próximos seis meses en la ciudad del marqués de Sobre-Monte, tendrá de sobra.