El Sistema Científico Argentino durante el Macrismo
(*) Por Luis Otero
Investigador Principal. CONICET
Profesor Titular. UNRC
Para comentar lo acecido durante el Gobierno de Macri en relación al Sistema Científico Argentino es pertinente una breve descripción de cómo este Sistema está conformado. La mayor parte de los trabajos de investigación científica en nuestro país se desarrollan en las Universidades Publicas Nacionales. Una Universidad no es tal si no genera conocimiento por medio de la investigación. Para ello se cuenta con el apoyo del CONICET, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (fundado en 1958). El CONICET posee la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico, numerosos Institutos (muchos de doble dependencia CONICET-Universidad), otorga becas para que mediante Tesis de Postgrado se formen doctores en todas las áreas de la Ciencia, entrega subsidios para las investigaciones y evalúa todos éstos aspectos mediante métodos muy rigurosos de seguimiento y control.
Otra institución del Estado Nacional es la ANPCyT, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (fundada en 1997), principalmente enfocada a brindar apoyo a proyectos y programas de investigación y desarrollo mediante el otorgamiento de créditos y subsidios. Los devenires históricos de cómo y porque surgieron estas instituciones los obviaremos por el momento, ya que fueron el producto de situaciones particulares de cada tiempo.
Lo concreto es que el CONICET y la ANPCyT se encuadraban, junto con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), desde el año 2007 en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MinCyT). También bajo la órbita del Ministerio funcionaba el Banco Nacional de Datos Genéticos. Era la primera vez que la Ciencia alcanzaba rango ministerial en la Nación.En éste marco existía un programa a mediano plazo llamado Argentina Innovadora 2020, que entre otras cosas se proponía como objetivo llevar el número de científicos por habitante económicamente activo a valores similares a los que poseen las naciones de nivel de desarrollo medio-alto.

Para hacer alguna comparación, España, la Republica Checa, Lituania, Rusia y Hong Kong, poseen alrededor de tres científicos de jornada completa por cada mil habitantes, mientras que países cuya economía está basada principalmente en el conocimiento, tales como Corea del Sur, Israel, Alemania y Japón cuentan con aproximadamente el doble de científicos por cada mil habitantes, entre 6 y 7, según la UNESCO (Organización de las NacionesUnidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Argentina tenia al momento de la creación del MinCyT menos de un científico por cada mil habitantes, es decir la tercera parte de los países desarrollo intermedio y la sexta parte de los países de alto desarrollo científico. Paralelamente invertía mucho menos, sin llegar al 0,4% del Producto Bruto Interno (PBI) del País, la décima parte de lo que invierte Israel (4,6%). Se puede demostrar una relación lineal entre el grado de inversión en Ciencia y Técnica y el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones.

Lo concreto es que para alcanzar las metas de desarrollo hacía falta fortalecer el principal activo en todo tipo de ámbitos: la calidady la cantidadde los Recursos Humanos. En Argentina existe históricamente una base de científicos y tecnólogos muy altamente calificados, en muy diversas áreas de la ciencia, desde la Física Nuclear hasta las Ciencias Sociales, pasando por la Química, la Medicina, las Ingenierías, la Biología, y una larga (por suerte) lista de etcéteras. Pero su número siempre fue muy bajo, el apoyo que recibieron casi irrisorio en comparación con otros Sistemas Científicos y sus sueldos paupérrimos. Entonces había que incrementar los Recursos Humanos de alta calidad, dotarlos en lo posible de recursos materiales, y hacerles notar que su esfuerzo tenía un horizonte de progreso.
Para cosechar hay que sembrar, y lo primero que se necesitaba era incrementar el número de Doctores en todas áreas, para lo cual se llevaron adelante dos acciones fundamentales: la creación de Becas para estudiantes de grado que se dedicaran a carreras prioritarias (ingenierías, física, matemáticas, biología, química, computación, sociología, etc.), conocidas como Becas Bicentenario, y el otorgamiento de becas doctorales por parte del CONICET a los mejores egresados de las carreras de grado. De esta manera se pasó de 250 egresados por año con el Título de Doctor en la Universidades Nacionales en el año 2000, a cerca de 2400 en el año 2015 (ver gráfico de la Secretaría de Políticas Universitarias, SPU). Es decir que se aumentó diez veces el número de Doctores que generaba el País cada año. Concomitantemente, el Plan Argentina 2020 contemplaba aumentar año a año el número de jóvenes Doctores que ingresaran a la Carrera Científica, desde prácticamente cero en al año 2000, llevarlo a cerca de 1500 en el año 2020. Todo este esfuerzo fue desarticulado por el Macrismo.

En su campaña electoral Cambiemos había prometido llevar la inversión en Ciencia y Técnica de alrededor del 0,7% del PBI en que se encontraba en 2015 al 1,5%. Pocos de los involucrados en el mundo Científico-Académico lo creyeron, y como tal se trató de una de las tantas mentiras con que consiguió el apoyo de 51% de los votantes, junto con la mentira de eliminar el impuesto a las ganancias, aumentar y mejorar los servicios de salud y educación, mejorar la situación de los jubilados, y varios otros lamentables y tristes aspectos.
Los gastos del estado se volcaron principalmente a satisfacer la voracidad obscena de la ganancia financiera especulativa, mientras todas las otras funciones fueron simplemente abandonadas mediante el ajuste y el desfinanciamiento. El número de ingresos a la Carrera del Investigador cayó a la tercera parte de lo planificado (ver gráfico adjunto), las asignaciones de las becas para los doctorados están por debajo del índice de pobreza y los subsidios por parte del CONICET prácticamente desaparecieron. Se eliminaron en la práctica todos los convenios de cooperación internacional y lo peor de todo es que se frustraron las aspiraciones, carreras, y proyectos de vida de cientos de excelentes jóvenes que se habían formado durante 12 años (es el tiempo que lleva formar un Doctor que aspira a ingresar a la carrera científica) creyendo que el programa Científico Argentino era una Política de Estado y no una variable de ajuste para satisfacer las ganancias de unos pocos. Como sostiene el historiador Felipe Pigna, este gobierno no fracasó, vinieron a hacer esto, fue un saqueo exitoso. Lo concreto es que ahora el País cuenta con un elevado número de Doctores formados que son directamente expulsados del sistema. Como una muestra de esto último es lo sucedido con el Programa Raíces, que procuraba repatriar científicos argentinos de primer nivel mundial que se encontraban trabajando en el exterior, principalmente en Europa y Estados Unidos. Desde 2005 al 2015 este programa consiguió repatriar cerca de 1300 científicos y tecnólogos, y ubicarlos en laboratorios nacionales, principalmente en Universidades, donde también enseñan. Desde que se instalaron las políticas llamadas neoliberales ese número se redujo a menos de 15 personas en cuatro años, es decir que el programa prácticamente dejo de existir.
El activo
Como remarcamos, el principal activo en ciencia son las personas, y eso es lo que estamos perdiendo. Principalmente los más necesarios, los jóvenes. Impulsados y apoyados por las políticas de Estado, miles de nuestros mejores estudiantes se formaron en carreras científicas, y hoy los estamos expulsando. Los países centrales reciben desde Argentina material humano altamente calificado, muy escaso y muy costoso de generar, absolutamente gratis. El bajo número de ingresos a la carrera, sumado a los bajísimos sueldos (los sueldos de los científicos perdieron cerca de un 40% de su poder adquisitivo en los últimos años, los que recién se inician están por debajo de la línea de pobreza) induce a la emigración.
Taponar esta sangría hacia el exterior es urgente, y es en lo que primero deberían enfocarse las nuevas autoridades de Ciencia y Técnica del gobierno recientemente electo. La tarea de reconstrucción del desastre producido por el neoliberalismo será muy difícil, larga, dolorosa y llena de dificultades, pero hay que iniciarla. Hoy la sociedad tiene otras urgencias. Pocos piensan en el desarrollo científico cuando en una sociedad hay hambre, pobreza, desempleo y desolación, pero aquellas personas con responsabilidades políticas de gobierno deben entender que el conocimiento es la única vía al desarrollo.

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